Durante el 2016, tuvo lugar una vez más la Carrera Ceremonial "Jornadas de Paz y Dignidad". En esta ocasión fue consagrada a valorar nuestras semillas nativas. Como es tradicional, esta carrera organizada por pueblos originarios de todo nuestro continente, entre Alaska y la Tierra del fuego, atravesando a su paso pueblos de todas nuestra lenguas nativas y territorios de todas las regiones de nuestra Madre Tierra.
Título original: "Desde Patagonia y Alaska hasta Panamá. Corriendo por la Madre Tierra".
Fecha: 13 DIC 2016
Hablaremos esta vez de la VII Jornada de Paz y Dignidad (JPD), que del 14 al 17 de noviembre pasado reunió en nuestro país (Panamá) a cerca de un centenar de personas de culturas originarias y grupos de ideales símiles, de todo el continente.
Las JPD podrían ser caracterizadas como “carreras de postas” y se realizan cada 4 años. Esta vez tuvo dos “flechas” - así se les llama. Una que salió el pasado 6 de mayo de Ushuaia, en la Patagonia Argentina y otra que el 1º de mayo salió de Chikaloom, en Alaska. El 14 de noviembre por la mañana, ambas se encontraron en nuestro país.
¿Y para qué lo hacen? Tomarse en serio hoy en día una actividad así, que demora además seis meses y va desde los extremos del continente hasta el istmo de Panamá, se hace o porque da pingues ganancias económicas o por decisión del corazón. No hay de otra.
Dice uno de sus documentos oficiales: “Jornadas de Paz y Dignidad es una carrera tradicional, es una forma de honrar nuestro legado ancestral representado por las naciones nativas de este continente.” Ana María Vásquez, amiga de Colombia que sabía de mi interés en este asunto de las Jornadas, me escribió hace varios meses contándome que ya habían partido los corredores de la Patagonia. Me puso en contacto con ellos y fue así como el sábado 12 de noviembre, fui con mi esposa e hija a casa de nuestros amigos Hermer y Diamantina Barrigón, en la comunidad de Piriatí Emberá, en el Bayano. Ahí estaba ya el grupo de corredores que venía llegando de Suramérica. Una gran sopa nos calentó el cuerpo y el alma y sirvió para celebrar el encuentro. Luego el grupo pasó al Parque Summit donde se celebró el evento conjunto con el grupo mayor de corredores del Norte, que venía entrado desde Costa Rica. Algunos otros más llegarían luego por avión.
Músicos y grupos de danza, tanto de adultos como de niños de los pueblos originarios panameños se turnaron para celebrar a los visitantes los cuatro días en el Summit. Un “fuego sagrado” fue encendido y se mantuvo prendido sin interrupción. Fue junto a ese fuego donde una noche tuve la oportunidad de conversar largamente con Yaya O´Qllo, una abuela originaria del Perú que de sus 70 años lleva 29 en este tema de las JPD. Ya no está como para venir por tierra hasta Panamá, pero aún hace algunos trechos. Ella me dijo – y así empezamos nuestra conversación –, que estaba feliz con la naturaleza de Panamá que tanto le recordaba a la Amazonía. “Jornadas de Paz y Dignidad es un movimiento del espíritu, un movimiento espiritual, si así se le puede llamar”, me contó. “Surgió el año 1990 para traer a la memoria el legado ancestral de los pueblos que dieron origen a éste continente.”
-¿Y a quién se le ocurrió la idea? pregunté.
“Ese año se reunieron en Quito ancianos, líderes espirituales y dirigentes de pueblos y comunidades nativas. Había ahí representantes del norte y del sur de América. Este encuentro fue uno de reflexión y toma de decisiones en función del término y del inicio de un nuevo Pachacuti, palabra que define un periodo de 500 años. Terminaba esos años un Pachacuti de oscurantismo en el que se sufrió la invasión de occidente [1492] que devino en destrucción e imposición de visión y formas de vida. Y se iniciaba en el año 1992, el Pachacuti de la Luz, en donde todo saldría a la luz del día y nada permanecería oculto. En la reunión se trajo a la memoria la profecía del águila y del cóndor que decía que habiendo sido separados, los pueblos de ambos lados se volverían a juntar. El norte tenía una forma de expresión espiritual que podría ser aplicada en el continente, las carreras espirituales. Así se acordaron las Carreras Espirituales de Jornadas de Paz y Dignidad.
Las JPD podrían ser caracterizadas como “carreras de postas” y se realizan cada 4 años. Esta vez tuvo dos “flechas” - así se les llama. Una que salió el pasado 6 de mayo de Ushuaia, en la Patagonia Argentina y otra que el 1º de mayo salió de Chikaloom, en Alaska. El 14 de noviembre por la mañana, ambas se encontraron en nuestro país.
¿Y para qué lo hacen? Tomarse en serio hoy en día una actividad así, que demora además seis meses y va desde los extremos del continente hasta el istmo de Panamá, se hace o porque da pingues ganancias económicas o por decisión del corazón. No hay de otra.
Dice uno de sus documentos oficiales: “Jornadas de Paz y Dignidad es una carrera tradicional, es una forma de honrar nuestro legado ancestral representado por las naciones nativas de este continente.” Ana María Vásquez, amiga de Colombia que sabía de mi interés en este asunto de las Jornadas, me escribió hace varios meses contándome que ya habían partido los corredores de la Patagonia. Me puso en contacto con ellos y fue así como el sábado 12 de noviembre, fui con mi esposa e hija a casa de nuestros amigos Hermer y Diamantina Barrigón, en la comunidad de Piriatí Emberá, en el Bayano. Ahí estaba ya el grupo de corredores que venía llegando de Suramérica. Una gran sopa nos calentó el cuerpo y el alma y sirvió para celebrar el encuentro. Luego el grupo pasó al Parque Summit donde se celebró el evento conjunto con el grupo mayor de corredores del Norte, que venía entrado desde Costa Rica. Algunos otros más llegarían luego por avión.
Músicos y grupos de danza, tanto de adultos como de niños de los pueblos originarios panameños se turnaron para celebrar a los visitantes los cuatro días en el Summit. Un “fuego sagrado” fue encendido y se mantuvo prendido sin interrupción. Fue junto a ese fuego donde una noche tuve la oportunidad de conversar largamente con Yaya O´Qllo, una abuela originaria del Perú que de sus 70 años lleva 29 en este tema de las JPD. Ya no está como para venir por tierra hasta Panamá, pero aún hace algunos trechos. Ella me dijo – y así empezamos nuestra conversación –, que estaba feliz con la naturaleza de Panamá que tanto le recordaba a la Amazonía. “Jornadas de Paz y Dignidad es un movimiento del espíritu, un movimiento espiritual, si así se le puede llamar”, me contó. “Surgió el año 1990 para traer a la memoria el legado ancestral de los pueblos que dieron origen a éste continente.”
-¿Y a quién se le ocurrió la idea? pregunté.
“Ese año se reunieron en Quito ancianos, líderes espirituales y dirigentes de pueblos y comunidades nativas. Había ahí representantes del norte y del sur de América. Este encuentro fue uno de reflexión y toma de decisiones en función del término y del inicio de un nuevo Pachacuti, palabra que define un periodo de 500 años. Terminaba esos años un Pachacuti de oscurantismo en el que se sufrió la invasión de occidente [1492] que devino en destrucción e imposición de visión y formas de vida. Y se iniciaba en el año 1992, el Pachacuti de la Luz, en donde todo saldría a la luz del día y nada permanecería oculto. En la reunión se trajo a la memoria la profecía del águila y del cóndor que decía que habiendo sido separados, los pueblos de ambos lados se volverían a juntar. El norte tenía una forma de expresión espiritual que podría ser aplicada en el continente, las carreras espirituales. Así se acordaron las Carreras Espirituales de Jornadas de Paz y Dignidad.
Rene Vergara portando el Sagrado Bastón del Cóndor
-¿Qué se siente tras correr toda la América del Sur, hasta Panamá? pregunté a René Vergara, quien venía desde Patagonia. “Corremos por postas. Somos los ‘chaskys’ quienes viajamos la ruta completa; otros participan por algunas semanas o unos cuantos kilómetros. El correr se convierte en una ofrenda, en una relación de convivencia armónica con la Madre Tierra”, me dijo.
En el 2020 el destino de encuentro será Quito, capital del Ecuador. Sin duda hay mucha más información y mensaje detrás de las Jornadas de Paz y Dignidad, uno de esos eventos que a veces pasan no más por nuestras tierras sin causar mayor revuelo pero que sin duda llevan un mensaje necesario, que nos hace bien conocer.
-¿Qué se siente tras correr toda la América del Sur, hasta Panamá? pregunté a René Vergara, quien venía desde Patagonia. “Corremos por postas. Somos los ‘chaskys’ quienes viajamos la ruta completa; otros participan por algunas semanas o unos cuantos kilómetros. El correr se convierte en una ofrenda, en una relación de convivencia armónica con la Madre Tierra”, me dijo.
En el 2020 el destino de encuentro será Quito, capital del Ecuador. Sin duda hay mucha más información y mensaje detrás de las Jornadas de Paz y Dignidad, uno de esos eventos que a veces pasan no más por nuestras tierras sin causar mayor revuelo pero que sin duda llevan un mensaje necesario, que nos hace bien conocer.
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