La diferencia entre la vida silvestre y la explotación rural es la misma que existe entre la salud y la enfermedad. La urgencia por producir más y más alimentos en favor de una sola especie, no parte de ningún pueblo, sino que lo hace de aquellos que esperan ser sus captores. La agricultura y la ganadería, no existirían si la gente pudiera regresar a ser libre de disfrutar de la vida tal cual es. La industrialización de la conducta humana es una conspiración contra la propia naturaleza de nuestra especie biológica.
El nuevo discurso de la agricultura totalitaria
Luego del estrepitoso colapso del modelo transgénico y en muchos casos desde las mismas fuentes, fundaciones y organismos internacionales de respaldo, va cobrando espacio una tendencia que no trata de proponer un nuevo tipo de agricultura de "avanzada", sino que intenta imponer una sustancial modificación en la conducta alimentaria humana a escala planetaria.
No es mi intención aquí defender una postura alimentaria optativa, o alentar a diálogo alguno con quienes buscan restringir la calidad de vida y la salud de nuestra población, sencillamente pienso que no nos hace la mínima falta esa clase de diálogo. Si en cambio interpreto necesario denunciar la existencia de un falso discurso ecologista que resulta inescrupulosamente funcional a quienes peor trato proponen hacia la naturaleza.
Si en cambio creo necesario identificar una nueva inducción sobre nuestra valiosa matriz agro alimentaria, que una vez más es objeto de agresión autoritaria. Se trata de una campaña orquestada por quienes en su afán por diseñar un modelo de negocios más rentable, en lugar de apuntar a optimizar el ciclo biológico del suelo, o mejorar el sumisnistro de agua, han decidido intervenir el ciclo metabólico de propio ser humano. Es el consumidor vegano una forma de alienación humana cuyo objetivo es optimizar el rendimiento por hectárea de todo el "cluster" fármaco - agro - alimentario en actual proceso de reformulación. Su objetivo es sencillamente hablando un hombre más barato de alimentar, falsamente revestido de una conveniente fachada de economía verde.
Argumentos preexistentes
En primer lugar, la ingesta de alimentos es constitutiva de cada especie, que ha adaptado su sistema digestivo y encimático al espacio biológico que habita. Ese rol o nicho ecológico es inherente a cada presencia biológica e incluso anterior como oferta de excedente nutricional a la forma adaptativa de conducta de la que se trate. Así hablamos de carroñeros, herbívoros, mamíferos y predadores, todos portadores de características biológicas diferentes y por supuesto permanentes. Todas estas cualidades adaptativas desarrolladas a partir de una oferta alimentaria previa, estable y consistente.
En segundo término, es el cumplimiento de esta tarea biológica, una misión de impacto positivo sobre cada ambiente alcanzado. Una región puede denominarse como más rica, cuanto más diversa y masivamente poblada está de fauna y flora nativa. Cada actor biológico cumple con su rol alimentario con una función útil al sostenimiento de toda la comunidad biológica a la que pertenece. El hombre también posee un lugar y una tarea que cumplir en la naturaleza como cualquier otra especie miembro de la cadena alimentaria, por otra parte, la única ecología posible.
Desde un punto de vista exclusivamente biológico podría afirmarse perfectamente que la agricultura histórica es la primera y principal promotora de la distorsión poblacional y ambiental que nos afecta como especie ahora, promoviendo la concentración urbana y deponiendo espacios naturales mucho más abundantes, ricos y diversos que aquellos que son reemplazados en aras de la producción agrícola. Y la explicación es muy sencilla: La agricultura y la ganadería son esencialmente sobre poblaciones inducidas, completamente destinadas a la producción y cautiverio del alimento humano.
Todas nuestras culturas originarias, anteriores a la era de la agricultura, mantuvieron la dieta omnívora de nuestros antepasados históricos, no sólo por ser ésta más apetitosa, nutritiva y ambientalmente eficiente; sino porque de esta forma cumplían con este claro mandato de ocupar un espacio natural de la forma más equilibrada que fuera posible. Sostener la dieta cultural histórica de aquellos cazadores, recolectores, es además de un derecho básico a la salud y al bienestar, un mandato ético que hace a nuestra identidad como personas y supone ademas el inalienable respeto a una identidad cultural dada.
El actual modelo de agricultura totalitaria en curso de expansión, deshabilita por completo la posibilidad de coexistencia con toda otra forma de vida silvestre. La múltiple aplicación de biocidas en diferentes condiciones, ambientes y temporadas, culmina por desplazar todas aquellas formas de vida que no fueran aquellas que el diseño agronómico tenga previsto impulsar. Son hoy el monocultivo y el confinamiento animal las formas competitivas de explotación del campo que dominan el mercado fármaco - agro - alimentario mundial las que sustituyen precipitadamente nuestros hábitos rurales más sostenibles y sanos.
Nuestra propia naturaleza en peligro
Ya a finales del siglo XX, dos procesos históricos se fusionan de una manera novedosa, estos son la actividad rural y la industria farmacológica. Un nuevo y más tenaz curso de acción territorial, conocido ahora como el modelo biotecnológico se abre paso potenciado también por la masiva migración humana hacia las grandes metrópolis.
Este modelo amenaza con reemplazar la regular continuidad de la vida en el planeta, mientras que alienta a quienes lo promueven a hacerse rentistas del cautiverio de toda clase de forma de vida comprendida por dicho modelo, buscando así abarcar la matriz alimentaria de toda la especie humana a escala planetaria.
Pero este objetivo no puede convivir armónicamente con la diversidad biológica propia de los sistemas silvestres, ni tiende a equilibrio alguno, o preserva de ninguna manera las miles de formas de interacción que son propias de los ambientes naturales que agrede. Su tarea es reemplazar la totalidad de su biomasa por alguna clase de especie conformada de producto que embalar y exportar al mundo. Son básicamente el primer y principal enemigo de la armonía que caracteriza a las comunidades humanas mejor adaptadas a sus escenarios geográficos. Son ellos los que deponen la pesca, extinguen la caza, desmontan el bosque, envenenan los ríos, contaminan las napas y nos exponen con todo ello a un creciente peligro alimentario.
En respuesta a este estrecho panorama que ha terminado por definir un inminente umbral de conflicto poblacional de magnitudes civilizatorias, es que definimos tempranamente al actual modelo de monocultivos y estabulación de la producción carnea, como un modelo insostenible tanto en lo sanitario como en lo comercial y alimentario.
Así nace esta nueva vía de intervención con que alienar un peldaño más a este dúctil ser de dos patas: La adulteración de nuestra ingesta. Desde este camino se resigna ya definitivamente la mínima posibilidad de interacción natural del hombre con su entorno biológico. Y se induce a la población a suponer que su propia naturaleza constitutiva es un estadío primitivo a despreciar en favor de un nuevo amanecer dorado de la economía verde.
Esta inducción a la auto desadaptación biológica, no se ha expresado de una forma directa o sencilla, ha buscado cercar a su público cautivo desde varios frentes congruentes a la consagración de su resultado. Un proteccionismo que inhiba la caza y a la pesca, una construcción imaginaria de pobreza a combatir que estigmatice la vida en contacto directo con la naturaleza y sobre todo una intervención mediática conque penetrar en los hábitos más loables de la familia humana en todo el orbe.
Clientes de un diseño perverso
Un sector de la UNESCO, la FAO y la Universidad de Harvard, postulan un modelo de conducta humano que ya tiene diagnóstico psiquiátrico en todo el resto del mundo académico.
Se trata de la "Ortorexia Nerviosa", un trastorno de la conducta comprendido dentro de las dolencias psiquiátricas que tienen como síntoma un grave trastorno de la conducta alimentaria. Este grupo de enfermedades mentales de una creciente ocurrencia, donde se acumulan a las ya conocidas Anorexia y Bulimia nuevos y significativos trastornos impulsados tanto por la necesidad de lucir mejor, o por la motivación a ser vegano y llevar una dieta acorde con un orden ético incompatible con la ingesta de alimentos de origen animal. La dieta "Bíblica", el "Vegetrianismo", e incluso el "Respiracionismo"; culminan en muchos casos con una internación psiquiátrica y un tratamiento de estricto cumplimiento que conmine al paciente a cumplir con una dieta acorde con su naturaleza más primitiva.
Es evidente que otro propósito alienta a estos grupos de interés a afirmar que la carne en si misma es un producto alimenticio políticamente incorrecto, o que las proteínas de origen animal no deben integrar la dieta del humano adulto. No es entonces el respeto por la vida, ni mucho menos la intención de estos grupos, sino que por el contrario parecería que apuestan a abaratar lo más posible la producción de alimentos, despojando así de vida animal toda la superficie del planeta. Una tarea a la que ya se han avocado con el modelo de agricultura agro tóxica y el confinamiento intensivo de la hacienda de pastura a corral o feedlot; y que ahora intenta imponer un nuevo modelo de humano de diseño con que fortalecer la frágil sostenibilidad de sus posturas alimentarias.
Por último, en ningún caso he escuchado que activista alguno haya convivido o interactuado con fauna silvestre o sobrevivido por algún período en contacto con un sistema natural intacto del que extraer ningún concepto al que llamar ecología. Tampoco he escuchado de comunidad originaria que se haya convertido a una vida completamente restringida a la agricultura por opción propia. Si entiendo que esta es una restricción inducida para acondicionar a un público cautivo para la ingesta industiral y especular así con encaminar a la población mundial hacia un nuevo y más pobre modo de vida, e imponer así un modelo definitivo de abandono de la naturaleza que ya no aspire siquiera a interactuar de ninguna manera digna con la vida en su estado de pureza más primitivo.
Arturo Avellaneda
Permahabitante
Bibliografía
EL MITO VEGETARIANO libro de Lierre Keith
Orexias. Verónica Iribarra. Facultad de Medicina PUC Chile
Ortorexia Nerviosa. Eva Molina Alén. Universidad de Alicante
Joseph A. Tainter. "The Collapse of Complex Societies"
Jared Diamond. "El peor error de la historia de la especie humana"
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