Los científicos británicos no encuentran aún el motivo...
Miles de aves y delfines han sido encontrados muertos en las costas de varias islas cercanas a los lugares de exploración y explotación petrolera en la zona de las Islas Malvinas, según denuncia el periódico de los ex combatientes El Malvinense.
Las detonaciones en el fondo del mar, para la búsqueda de petróleo podrían desorientar a los animales.
La BBC y Mercopress fueron los únicos medios británicos que reflejaron los extraños decesos de animales en las Islas Malvinas en las últimas semanas. Primero fueron los delfines calderón. Cientos de ellas que aparecieron en las costas de la Isla Águila, que está deshabitada, ubicada el al sur de la Isla Soledad. Se estima que se han hallado al menos 400 delfines muertos, según confirmaron fuentes del gobierno ilegítimo de las Islas Malvinas.
Los cetáceos habrían quedado desorientados por algún suceso externo que lo provocó y quedaron varadas en la isla antes de morir. Fue un malvinense, Christopher May (autor de las imágenes que publicad el mencionado periódico de la zona continental), que se dedica al ganado ovejuno, quien las halló. Según el poblador malvinense en declaraciones a Mercopress, las imágenes fueron tomadas alrededor del 12 de marzo al visitar la isla. Según las estimaciones, los delfines habrían estado muertos desde hace más de 10 días.
Curiosamente, en el mar profundo del Brasil, más de 3.000 kilómetros al norte sobre el Océano Atlántico, y pese a que la explotación petrolera se encuentra avanzada por la gran cantidad de reservas prospectadas en la falla de San Pablo, y en la que operan empresas nacionales y también británicas, no se ha producido ni siquiera la mortandad masiva de peces. Ello puede deberse, según expertos de la Universidad de La Plata, a que esa zona marítima no es hábitat de cetáceos, por la diferencia considerable que existe en la temperatura del agua, y porque las plataformas en funcionamiento están muy lejos de la costa, por lo que tampoco existe la abundancia de plancton alimentario que sí existe alrededor de nuestras islas, aunque los métodos de exploración y explotación sean los mismos: grandes detonaciones a gran profundidad para encontrar y fundar la boca de los pozos.
Los delfines que en general se hunden al morir, se mantenían a flote en las aguas cercanas a la Isla Soledad. Las dimensiones de los cetáceos hallados eran de unos 7 metros y medio y los más pequeños de un metro y medio. El olor nauseabundo de los grandes animales muertos no espanta a los petreles, que ahora tendrán alimento de sobra por muchos meses. Hay en la zona miles de petreles gigantes disfrutando del festín inesperado.
Los delfines de la especie calderón fueron encontrados muertos en las playas de Isla Águila, al suroeste de la Isla Soledad, en el Atlántico Sur. El descubrimiento fue reportado por un criador de ovejas local llamado Chris May. Es preciso aclarar que en el mundo anglosajón llaman ballena (whale) a todos los cetáceos de más de 4 metros, lo que ha producido bastante confusión a la hora de traducirlo al español: por ejemplo, el calderón que es un delfín, se llama en inglés “pilot whale”, literalmente “ballena piloto”.
Más allá del desconcierto de los científicos ingleses, soporte indispensable de las empresas piratas que se apoderan de nuestro más valiosos recurso natural, lo verificable es que la exploración petrolera en Malvinas atenta contra la fauna marítima. Las empresas petroleras británicas realizan la exploración mediante las explosiones subterráneas en el lecho continental argentino. Se producen derrames del crudo, que luego son tapados.
El desastre ecológico frente a las costas norteamericanas de Lousiana en el Golfo de México -como consecuencia de la explosión y hundimiento de una plataforma petrolera de la British Petroleum Company- enciende una luz de alerta respecto de cómo se están haciendo las exploraciones para determinar la existencia del hidrocarburo en torno a las Islas Malvinas, y las consecuencias potenciales que podría acarrear un accidente de estas características.
Expertos en la materia consultados por ECOINFORME coincidieron en señalar que sería altamente improbable (no imposible) que una fuga accidental como la ocurrida en Estados Unidos pueda afectar las costas patagónicas toda vez que está comprobado que, en esta parte del continente, las mareas tienden, por lo general, a expulsar los derrames aguas adentro, hacia el corazón del Océano. Pero otra es la historia con respecto a la fauna ictícola, ya que si los peces advierten que su eco hábitat se vuelve insalubre, se desplazan hacia otras latitudes con los consiguientes perjuicios en particular en los ciclos reproductivos.
En este marco las consecuencias negativas pueden ser significativas, especialmente para el caso de que como consecuencia de vientos imprevistos, el petróleo derramado avance en dirección al continente. No alcanzará el litoral ni afectará la fauna ribereña, pero si puede generar una migración compulsiva de las colonias pesqueras en la rica zona comercial de las 200 millas. Se explicó que uno de los mayores peligros de derrames en plataformas marítimas se produce precisamente en la tarea previa de exploración, es decir cuando todavía no se tiene la certeza de la existencia segura del hidrocarburo, y se practican explosiones en profundidad para comprobar si ello es realmente así.
En ese plano las plataformas accionan mecanismos de barrenación con trépanos especiales que perforan la corteza del suelo marítimo. Una segunda etapa es hacer detonar cargas explosivas para facilitar la penetración en la búsqueda del yacimiento. Si algo sale mal y hay errores de cálculos, el petróleo puede fluir sorpresivamente lo cual hace extremadamente difícil su control. Pero además, el contacto accidental con una pieza eléctrica de los mecanismos de perforación, sumado a una acumulación de gases no detectada, agrega el gravísimo riesgo de una explosión que, además del desastre ecológico provoca pérdida de vidas.
Los expertos insistieron, en torno a ese respecto, que más allá de que si se determina que el crudo que pueda hallarse en la zona de Malvinas es comercialmente rentable o no, el riesgo mayor es previo, cuando se produce la exploración mediante las explosiones subterráneas en el lecho continental.
Fuente: Diario El Malvinense
La BBC y Mercopress fueron los únicos medios británicos que reflejaron los extraños decesos de animales en las Islas Malvinas en las últimas semanas. Primero fueron los delfines calderón. Cientos de ellas que aparecieron en las costas de la Isla Águila, que está deshabitada, ubicada el al sur de la Isla Soledad. Se estima que se han hallado al menos 400 delfines muertos, según confirmaron fuentes del gobierno ilegítimo de las Islas Malvinas.
Los cetáceos habrían quedado desorientados por algún suceso externo que lo provocó y quedaron varadas en la isla antes de morir. Fue un malvinense, Christopher May (autor de las imágenes que publicad el mencionado periódico de la zona continental), que se dedica al ganado ovejuno, quien las halló. Según el poblador malvinense en declaraciones a Mercopress, las imágenes fueron tomadas alrededor del 12 de marzo al visitar la isla. Según las estimaciones, los delfines habrían estado muertos desde hace más de 10 días.
Curiosamente, en el mar profundo del Brasil, más de 3.000 kilómetros al norte sobre el Océano Atlántico, y pese a que la explotación petrolera se encuentra avanzada por la gran cantidad de reservas prospectadas en la falla de San Pablo, y en la que operan empresas nacionales y también británicas, no se ha producido ni siquiera la mortandad masiva de peces. Ello puede deberse, según expertos de la Universidad de La Plata, a que esa zona marítima no es hábitat de cetáceos, por la diferencia considerable que existe en la temperatura del agua, y porque las plataformas en funcionamiento están muy lejos de la costa, por lo que tampoco existe la abundancia de plancton alimentario que sí existe alrededor de nuestras islas, aunque los métodos de exploración y explotación sean los mismos: grandes detonaciones a gran profundidad para encontrar y fundar la boca de los pozos.
Los delfines que en general se hunden al morir, se mantenían a flote en las aguas cercanas a la Isla Soledad. Las dimensiones de los cetáceos hallados eran de unos 7 metros y medio y los más pequeños de un metro y medio. El olor nauseabundo de los grandes animales muertos no espanta a los petreles, que ahora tendrán alimento de sobra por muchos meses. Hay en la zona miles de petreles gigantes disfrutando del festín inesperado.
Los delfines de la especie calderón fueron encontrados muertos en las playas de Isla Águila, al suroeste de la Isla Soledad, en el Atlántico Sur. El descubrimiento fue reportado por un criador de ovejas local llamado Chris May. Es preciso aclarar que en el mundo anglosajón llaman ballena (whale) a todos los cetáceos de más de 4 metros, lo que ha producido bastante confusión a la hora de traducirlo al español: por ejemplo, el calderón que es un delfín, se llama en inglés “pilot whale”, literalmente “ballena piloto”.
Más allá del desconcierto de los científicos ingleses, soporte indispensable de las empresas piratas que se apoderan de nuestro más valiosos recurso natural, lo verificable es que la exploración petrolera en Malvinas atenta contra la fauna marítima. Las empresas petroleras británicas realizan la exploración mediante las explosiones subterráneas en el lecho continental argentino. Se producen derrames del crudo, que luego son tapados.
El desastre ecológico frente a las costas norteamericanas de Lousiana en el Golfo de México -como consecuencia de la explosión y hundimiento de una plataforma petrolera de la British Petroleum Company- enciende una luz de alerta respecto de cómo se están haciendo las exploraciones para determinar la existencia del hidrocarburo en torno a las Islas Malvinas, y las consecuencias potenciales que podría acarrear un accidente de estas características.
Expertos en la materia consultados por ECOINFORME coincidieron en señalar que sería altamente improbable (no imposible) que una fuga accidental como la ocurrida en Estados Unidos pueda afectar las costas patagónicas toda vez que está comprobado que, en esta parte del continente, las mareas tienden, por lo general, a expulsar los derrames aguas adentro, hacia el corazón del Océano. Pero otra es la historia con respecto a la fauna ictícola, ya que si los peces advierten que su eco hábitat se vuelve insalubre, se desplazan hacia otras latitudes con los consiguientes perjuicios en particular en los ciclos reproductivos.
En este marco las consecuencias negativas pueden ser significativas, especialmente para el caso de que como consecuencia de vientos imprevistos, el petróleo derramado avance en dirección al continente. No alcanzará el litoral ni afectará la fauna ribereña, pero si puede generar una migración compulsiva de las colonias pesqueras en la rica zona comercial de las 200 millas. Se explicó que uno de los mayores peligros de derrames en plataformas marítimas se produce precisamente en la tarea previa de exploración, es decir cuando todavía no se tiene la certeza de la existencia segura del hidrocarburo, y se practican explosiones en profundidad para comprobar si ello es realmente así.
En ese plano las plataformas accionan mecanismos de barrenación con trépanos especiales que perforan la corteza del suelo marítimo. Una segunda etapa es hacer detonar cargas explosivas para facilitar la penetración en la búsqueda del yacimiento. Si algo sale mal y hay errores de cálculos, el petróleo puede fluir sorpresivamente lo cual hace extremadamente difícil su control. Pero además, el contacto accidental con una pieza eléctrica de los mecanismos de perforación, sumado a una acumulación de gases no detectada, agrega el gravísimo riesgo de una explosión que, además del desastre ecológico provoca pérdida de vidas.
Los expertos insistieron, en torno a ese respecto, que más allá de que si se determina que el crudo que pueda hallarse en la zona de Malvinas es comercialmente rentable o no, el riesgo mayor es previo, cuando se produce la exploración mediante las explosiones subterráneas en el lecho continental.
Fuente: Diario El Malvinense
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