Nuestro Ceo en YPF, Miguel Galuccio, acaba de liquidar la poca soberanía reconquistada el 3 de mayo con la votación en el Congreso de la recuperación del 51% de las acciones de YPF.
En un acto de claudicación nacional cerró un acuerdo con Alí Moshiri, su par de la empresa norteamericana Chevron, para la exploración en el megayacimiento de Vaca Muerta.
De esta manera toda la fanfarria en torno a la recuperación de una YPF que reconquistaba “soberanía nacional” en materia hidrocarburífera se viene a pique. Poco duró la ilusión de una YPF nacional en avance contra las multinacionales.
¿Le dirá el kirchnerismo al pueblo argentino que, a pocos meses de expropiar el 51% de YPF, volvemos a entregar nuestro petróleo?
¿Nadie se pregunta porque un país “soberano” como el nuestro, tiene que hacer el anuncio del acuerdo en la sede de la empresa en Houston (Texas-EE.UU.) en lugar de hacerlo en Buenos Aires o en Neuquén? ¿Alguien cree que las condiciones del acuerdo las fijo Argentina? Así como en materia de Deuda Externa hemos prorrogado jurisdicción a favor de los Tribunales del Imperio, también en materia petrolera repetimos la historia. En la vieja jerga “subordinación y cobardía”.
Los desastres ambientales provocados por Chevron son conocidos mundialmente. Además es una de las petroleras con más experiencia en la aplicación de todo tipo de trampas para optimizar sus beneficios.
Si con Repsol teníamos problemas con Chevron los vamos a multiplicar. Detrás de Repsol está el débil Reino de España, detrás de Chevron está la 1º potencia mundial.
Una vez más en el marco del pensamiento neo-liberal se contradice al Gral Mosconi. Que no solo por patriotismo, sino como fruto de la experiencia y la observación inteligente planteó: «No queda otro camino que el monopolio del Estado pero en forma integral, es decir, en todas las actividades de esta industria: la producción, la elaboración, el transporte y el comercio [...] sin monopolio del petróleo es difícil, diré más, es imposible para un organismo del Estado vencer en la lucha comercial las organizaciones del capital privado.»
En la década del 90 se aplicaba esta política en nombre de la apertura económica, las privatizaciones, la eficiencia y el liberalismo. Hoy se aplica la misma política enmascarada por el rótulo de nacional y popular.
Despejar la “chachara” del “contenido” es parte de la tarea de nuestros días. Cambió el relato pero la política centralmente es la misma.
Si nos opusimos en los 90 a una política de entrega y saqueo de nuestros bienes naturales, que en el caso particular de los hidrocarburos terminó con la caída de la producción y las reservas de petróleo y gas; hoy nos volvemos a oponer con la misma energía. No a la sociedad con las peores corporaciones multinacionales.
Si a una YPF 100% estatal. Soberana y eficiente. Al servicio de la prosperidad nacional.
Mario MazzitelliSecretario General Nacional del PSA (Argentino)
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