Domingo 2 de diciembre de 2012
CARTA DE COBIJA
Somos el pueblo de todos los pueblos. Somos los hombres de la selva y las mujeres de la lluvia, somos la Panamazonía, el corazón del planeta.
En nuestras tierras y ríos se desarrolla una batalla decisiva para los destinos de la Humanidad. De un lado las corporaciones transnacionales, agronegocio y la gran minería promueven la destruición de nuestras florestas y nuestras aguas en nombre de un progreso que beneficia tan solamente los dueños del capital. De otro, estamos nosotros, indígenas, campesinos y campesinas, quilombolas, trabajadores y trabajadoras de los campos, de la mata y de las ciudades luchando por nuestros territorios, por los derechos de la Madre-Tierra, por nuestras culturas, por nuestros derechos de vivir bien, en harmonía con la naturaleza.
El precio de la destruición sistemática de la naturaleza es una crisis ambiental sin precedentes, cuyos primeros señales están en el derretimiento de los glaciares andinos, la diminución del caudal de los ríos, la contaminación de los ríos, riachuelos e igarapés, las secas y encientes en la Amazonía causados por la minería descontrolada, la explotación petrolífera en la selva y el agronegocio. Tal situación es agravada por los mega-proyectos, como la construcción de represas de grande envergadura en los ríos amazónicos, la privatización de los bosques y grandes obras de infraestructura que son desarrolladas sin consulta a los pueblos que ha siglos viven en estas regiones.
Reafirmamos más una vez que para detener este ciclo de muerte es necesario defendernos nuestros territorios exigiendo lo inmediato reconocimiento y homologación de las tierras indígenas, titulación colectiva de las tierras quilombolas y comunidades tradicionales, bien como el pleno derecho de consulta libre bien informada y consentimiento previo para proyectos con impacto social y ambiental. Defendemos consultas realmente democráticas y con efecto vinculante para evitar fraudes y falsas consultas como ocurridas en pasado reciente con los indígenas brasileños durante la construcción de las presas de Santo Antonio, Jirau y Belo Monte.
La Madre Tierra no es un producto, no puede ser vendida ni mercantilizada. Por eso rechazamos el capitalismo verde que solo agrava la crisis social y ambiental, siguiendo la misma lógica de busca desenfrenada por lo crecimiento económico, concentración de la riqueza y del poder, bien como la apropiación de los bienes comunes. La llamada economía verde quiere hacer de la crisis climática un grande negocio dejando intocado lo modo de producción que, asociado al patriarcado y al racismo, está levando el planeta y su población al agotamiento y la degradación. Somos contra el pago de los servicios ambientales, la mercantilización y financerización de la naturaleza, también denunciamos la flexibilización de las leyes ambientales con objetivo de favorecer las grandes empresas.
Defendemos y construimos la alianza entre los pueblos de la floresta, de los campos y de las ciudades. Hacen parte de nuestro patrimonio común la lucha de los campesinos y de las campesinas por la tierra, los derechos de los pequeños agricultores y de las pequeñas agricultoras, asistencia técnica, crédito barato y simplificado, y los justos reclamos por salud, educación, transporte y viviendas dignas para todos.
Luchamos por una sociedad sin exclusiones, con libertad, justicia y soberanía popular. Combatimos en el cotidiano todas las formas de explotación y discriminación basadas en genero, etnia, identidad sexual y clase social. Particularmente, nos esforzaremos para superar la invisibilidad de la población afrodescendiente en sus luchas y propuestas sobre poder, autonomía y territorio.
Al mismo tiempo que avanza la ofensiva del grande capital sobre Amazonia también se multiplican los esfuerzos de la resistencia de los pueblos. A nivel mundial, la Cumbre de los Pueblos, realizada en el Rio de Janeiro, en junio/julio de 2012, representó un extraordinario avanzo en la unidad de todos que sueñan y luchan por un otro mundo. En el territorio amazónico surgió las alianzas de los ríos, uniendo diversos pueblos en la lucha contra las presas, también tomó impulso los movimientos contra la explotación mineral en tierras indígenas y contra la construcción de obras de infraestructura sin lo necesario consentimiento previo. En los Andes gana impulso el combate contra los daños provocados por la minería a cielo abierto.
Hace parte de nuestra lucha contra el modelo colonial de explotación, exigir medidas que protejan las comunidades tradicionales de la biopiratería, preserven, valoricen y desarrollan sus saberes y conocimientos ancestrales. De la misma manera, luchamos por la construcción de ciudades justas, democráticas y sostenibles, adecuadas a las diferentes realidades de cada región, contemplando la diversidad de los atores sociales que viven en esas ciudades. Por los mismos motivos también defendemos la soberanía alimentar, la economía familiar, el extractivismo comunitario y la agroecología. Destacamos la importancia estratégica de la lucha por la democratización de los medios de comunicación, inseparable de la práctica de la libertad de expresión, que es vital para establecernos los diálogos entre los distintos pueblos de la Amazonía y del mundo.
En este sentido, afirmamos nuestro apoyo a la Carta de La Tierra y la Declaración de Cochabamba. Sus palabras continuarán guiando nuestros pasos.
En la Panamazonía, como en toda a América Latina, enfrentamos el militarismo que actua como mediador entre el colonialismo y el imperialismo. Condenamos los intentos de criminalización de los movimientos sociales, de la pobreza y de los pueblos indígenas. Repudiamos el colonialismo francés en la Guyana y apoyamos los esfuerzos de sus pueblos para alcanzaren la independencia. Saludamos el comienzo de las negociaciones de paz en Colombia y esperamos que sus resultados sean una paz con igualdad y la justicia social. De la misma manera, protestamos contra las barreras que intentan impedir la libre circulación entre los pueblos de nuestros países, defendemos los derechos de los migrantes y de todos aquellos que buscan otras tierras para tener una vida libre y digna. Queremos un mundo sin fronteras. Un mundo donde el estado garantice la protección de los patrimonios sociales y naturales. Un mundo donde contengan todos los mundos.
En este VI Foro Social Panamazónico queremos especialmente saludar la resistencia del pueblo palestino – nuestros Hermanos y nuestras Hermanas del desierto – y decir que seguiremos con nuestro apoyo a su lucha por una patria libre e independiente. También homenajeamos nuestros hermanos y hermanas mártires que derramaran su sangre en los masacres de Bagua, Pando y a todos indígenas atingidos por la violencia de los explotadores.
Acá en Cobija, tierra amazónica de Bolivia, triple frontera entre Peru, Brasil y Bolivia, bajo la protección de la seringa y la castaña, símbolos de la Amazonía Boliviana, lanzamos nuestro llamado: Por la unidad de los pueblos amazónicos para transformar el mundo.
Cobija, 01 de Diciembre de 2012
VI Foro Social Panamazónico
Fuente: http://www.biodiversidadla.org
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