Violentando las normas vigentes, se sigue fumigando en campos linderos a escuelas rurales de Entre Ríos. Docentes y alumnos ponen en peligro su salud todos los días. Solamente en el Departamento Gualeguaychú hay medio centenar de instituciones educativas rodeadas de plantaciones y en riesgo de ser alcanzadas por los agrotóxicos en cuestión de horas.
Los chicos estaban en el recreo cuando los grandes observaron en el campo de al lado esa máquina gigantesca que llaman mosquito. El líquido volaba, el viento lo transportaba, y caía como el rocío sobre el patio de la escuela. Los grandes le hicieron señas al hombre que manejaba ese armatoste. Los vio, pero siguió fumigando. Los grandes –padres y maestras– no se quedaron quietos: llamaron a Medio Ambiente de Gualeguaychú, a la Policía, a los medios de comunicación. Ese mismo día, a la tardecita, la directora de la escuela rural N° 66 “Bartolito Mitre”, Estela Lemes, hizo la denuncia. Lo que no pudieron fue evitar la intoxicación: los chicos estuvieron con picazón en los ojos, la nariz, la garganta. A la noche una mamá llamó a la directora para contarle que el nene había tenido vómitos y fuerte dolor de cabeza.
El caso salió en el diario El Día, tuvo rápida repercusión en medios de la provincia y sirvió para destapar la olla. Porque no es un episodio aislado, sino más bien un botón de muestra. Un relevamiento del gremio docente Agmer eriza la piel: hay 48 escuelas rurales rodeadas de soja y en riesgo de ser fumigadas de un momento a otro, solamente en el Departamento Gualeguaychú. Muchas de ellas ya han denunciado intoxicaciones.
Esto sucede a pesar de que las leyes y decretos vigentes prohíben la aplicación de plaguicidas agrícolas con pulverizadores terrestres a menos de 50 metros de una escuela. Por lo tanto, a modo preventivo, allí no deberá realizarse ninguna siembra que requiera fumigación, advierten desde la campaña “Paren de fumigar las escuelas”.
Roberto Lescano, médico de Basavilbaso conocido por su lucha contra los agrotóxicos, repasa ante la consulta de Telaraña cuáles son los síntomas inmediatos que ocasionan productos como el glifosato –principio activo del herbicida Roundup, de Monsanto– y otros tantos en las personas que toman un breve contacto con su poder venenoso: “Irritación en la piel, picazón en los ojos, vómitos, diarrea, decaimiento, transpiración”. Es lo que sintieron los gurises de la escuela 66 de Costa Uruguay Sur.
“Hace dos o tres años fue el caso de Mojones Sur, en el Departamento Villaguay, por el cual terminaron yendo todos al hospital. Además de diarrea, vómitos y picazón, tenían temblores y calamabres”, dice Lescano. Se refiere a lo ocurrido en marzo de 2010 en la Escuela Primaria 25 de Mayo y la Secundaria N°16 esa localidad rural. Daniel Dellazuana, uno de los docentes, fue el vocero de lo sucedido el viernes 12, durante la clase de educación física: un mosquito los fumigó desde 30 metros. “La neblina del agroquímico arrastrado por una suave brisa que provenía del sur ingresaba lentamente por nuestras fosas nasales y por nuestra piel, mientras la impotencia nos paralizaba al saber que podíamos engrosar la lista de los tantos niños que murieron últimamente en la zona de Mojones Sur”, denunció el educador en una carta que envió al diario Uno de Paraná.
El médico Lescano advierte que la avanzada fumigadora se ha detenido en el Departamento Uruguay, gracias a la efectiva campaña realizada allí por Agmer y la Asamblea Ciudadana Ambiental que puso en alerta a la población del campo y hace pensar dos veces a los envenenadores antes de poner a funcionar las máquinas. “Ahora se cuidan, porque desde el año pasado han hecho una campaña con afiches y charlas para alumnos en las escuelas. Están tomando conciencia en los lugares que eran conflictivos y últimamente no hubo casos, por lo menos acá en Basavilbaso y en Urquiza, donde atiendo en el centro de salud. La gente está enterada, está informada y a muchos los han corrido, los han parado antes de que empiecen a fumigar. Eso hace que ya de por sí se frene la fumigación. Además entregan a la gente un protocolo de actuación para cuando ven que están fumigando o están por fumigar, para que la maestra y los alumnos sepan qué es lo que tienen que hacer”, relata.
Rodeados por la soja
Este jueves 11 de octubre viajó hasta Costa Uruguay Sur Enrique Luna, funcionario de la Dirección de Agricultura de la Provincia. Visitó la escuela 66, tomó conocimiento de la situación. Así informa Diego Sánchez, secretario general de la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos, seccional Gualeguaychú, sobre las novedades del reciente caso de fumigación escolar. “Estamos dando todos los pasos necesarios y la denuncia ahora va a tomar un marco judicial”, anuncia en diálogo telefónico con Telaraña.
Sánchez precisa que el episodio de intoxicación ocurrió durante la mañana, cuando los chicos estaban en el establecimiento por ser época de horario de verano –hasta fines de septiembre las clases se dictaban de tarde. “El fumigador manifestaba no haber visto la escuela, siendo que está muy visible, no sólo porque los gurises estaban afuera en el recreo, en el patio, sino también porque estaba la bandera flameando, que se ve desde lejos. No había forma de desconocer que había una escuela frente al campo que estaban fumigando”.
“Hay mucho de impunidad y falta de conciencia”, se lamenta el dirigente. Y agrega otro dato preocupante: esa escuelita rural posee comedor, es decir que los alimentos que comen los chicos están depositados, son cocinados e ingeridos en un lugar de fácil alcance para los mosquitos y aviones que esparcen los agroquímicos en el campo lindero.
En Agmer consideran que en el Departamento Gualeguaychú la problemática tiene una gravedad extrema. Ya han tenido en años anteriores sucesos de estos con riesgo para la salud de las comunidades educativas rurales. Siempre aparecen los mismos síntomas, aquellos que describía Lescano. Las fumigaciones detectadas son tanto aéreas y como terrestres.
Gualeguaychú tiene la particularidad de ser uno de los departamentos “más sojizados de la provincia”, afirma el dirigente, y eso lleva directamente al uso masivo del glifosato. El riesgo es muy alto, entonces, para los gurises que van a la escuela pero que también viven en el medio rural y en muchos casos son hijos de los peones de esos campos donde predomina el herbicida más famoso.
Ante este panorama oscuro trabajan en la construcción de una herramienta general para todo el distrito, realizan un relevamiento de los establecimientos en peligro y mantienen reuniones con todos los docentes que se desempeñan en el campo, entre otras acciones. El relevamiento dice hasta ahora que 48 escuelas son las que están en riesgo de intoxicación con agroquímicos, debido a su ubicación; algunas inclusive ya han sufrido fumigaciones.
El informe contiene imágenes satelitales de 112 escuelitas. Se puede observar con facilidad cuáles de ellas están rodeadas de plantaciones y, por lo tanto, expuestas a los agrotóxicos. Además de la 66, otras que tuvieron episodios e intoxicación y que aparecen en el documento son: la N° 17 “Francisco Troisé” de Costa Uruguay Sur; N° 67 “José Ingenieros” de Costa San Antonio; la N° 100 de Costa Las Masitas y la N° 29 “Salvador María del Carril” de Costa San Antonio, donde denuncian que fumigan sábados y domingos dentro del predio escolar; entre muchas otras.
“A raíz de las encuestas iniciamos un expediente pidiendo la revisación médica periódica de docentes que se desempeñan en zonas rurales, para ver qué repartición del Estado se puede hacer cargo. Este expediente fue y volvió por varias reparticiones del Estado, de Salud y Educación, y ninguna se hizo cargo. También hemos elevado esto a Enrique Luna y al secretario de Medio Ambiente, Fernando Raffo. No hemos tenido respuesta”, cuenta Sánchez.
“Ahora el desafío es cómo contemplamos la realidad de los alumnos y los pobladores rurales. También hay otras dificultades: estamos lanzando una encuesta, preguntando qué institución hay cerca de cada escuela para poder hacer la denuncia. En algunos casos, como en la escuela 66, se tuvo que denunciar ante la División de Abigeato de la Policía, porque era la dependencia policial más cercana. Tampoco se pudo recurrir a las autoridades ambientales de Gualeguaychú, porque el establecimiento está fuera del ejido municipal. Por eso estamos planteando que exista un funcionario provincial para intervenir en cualquier lugar donde ocurran estos hechos”, agrega.
Una encuesta similar está en proceso de ejecución en el Departamento Uruguay. La Asamblea Ambiental de Concepción esta recolectando datos de cada escuela como: ubicación, cantidad de personal y de alumnos, distancia de producciones y de instituciones más cercanas. Algunos resultados provisorios indican que en la mayoría se han observado fumigaciones aéreas y terrestres, en muchos casos en horario de clases, y en algunas decidieron correr a encerrarse como medida precautoria. Las afecciones en la salud que suelen aparecer son enfermedades respiratorias y alergias. De todos modos, contaba Lescano, ahora aquí hay un freno a las fumigaciones como consecuencia de la campaña.
En campaña
Agmer y la Asamblea Ciudadana Ambiental de Concepcion del Uruguay llevan adelante la campaña “Paren de fumigar las escuelas”. Las organizaciones destacan que algunas de las consecuencias en la salud de las personas producidas por agrotóxicos son: malformaciones congénitas, abortos espontáneos, cáncer, enfermedades severas como púrpura, hepatopatías tóxicas y trastornos neurológicos, entre otras. Y que son los niños los más vulnerables y propensos a las enfermedades.
Algunos de los objetivos generales de la campaña son: evitar que se fumiguen en las escuelas; hacer cumplir las leyes sobre uso de plaguicidas en zona rural y periurbana; empoderar a los actores locales para ejercer sus derechos; brindar herramientas legales al personal docente para que pueda actuar en tiempo y forma y gestionar ante las autoridades políticas soluciones inmediatas y definitivas.
La campaña incluye un protocolo de actuación. En primer lugar se aconseja, como prevención, que si se observa siembra cerca del establecimiento se debe notificar al responsable de que deberá abstenerse de fumigar en esa área, ya que es un delito penado por las leyes vigentes. Y si la fumigación se realiza se debe:
- Evitar el contacto directo del producto pulverizado con cualquier parte del cuerpo.
- Resguardarse hasta ser evacuados de manera segura.
- Registrar los hechos de la manera más completa posible (fotos, audios, videos, número de registro de los equipos, datos de los aplicadores, del responsable técnico y del dueño o arrendatario del lote).
- Solicitar la presencia del asesor técnico y la presentación de la receta agronómica correspondiente.
- Denunciar el hecho ante la seccional de Policía; autoridades comunales o Dirección de Agricultura de la Provincia.
Proyecto trabado
Mientras tanto, continúa esperando tratamiento el proyecto que presentó en noviembre de 2010 el entonces diputado Héctor De la Fuente, hoy vocal del Consejo General de Educación, para prohibir la fumigación aérea en toda la provincia e imponer restricciones más fuertes que las actuales a las terrestres, que no podrían efectuarse a menos de un kilómetro de áreas urbanas o periurbanas. Aquel texto, cuyo número de expediente es 18.348, protege a las escuelas rurales al considerarlas “zonas de resguardo ambiental”.
Por: Alfredo Hoffman
Fotos: Campaña Paren de Fumigar las Escuelas
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Más información: http://escuelasfumigadas.blogspot.com.ar
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