"El gobierno neuquino nos pretende vender un cuento de riquezas y prosperidad con el desarrollo de los hidrocarburos no convencionales. Pero la gran mayoría de los neuquinos desconoce este nuevo criminal disfrazado de progreso"...
De niño me llamo siempre la tentación de cruzar los ríos de la confluencia neuquina. Los ríos Neuquén y Limay son parte de cada persona de esta ciudad. Su anchura es majestuosa y su profundidad es imponente.
Con mi sobrina de 4 añitos nos paramos en la orilla del rio. Lewfu kuse, lewfu fvca, lewfu vjca zomo, lewfu wece wenxu nos enseñan desde pequeños los mayores mapuce para saludar y mostrar respeto al newen (energía) de la mujer anciana, hombre anciano, mujer joven y hombre joven del río. Cuatro energías que protegen y viven en el lewfv. Nuestros ancestros Mapuche caminaron por estos lugares y protegieron ésta fuerza que nutre la vida de todos los seres. En los ojitos de la pequeña puedo observar la emoción que genera cada río en las personitas y sus ansias de zambullirse libremente. Me mira y sin decirlo, su sonrisita me invade de un sentimiento visceral que obliga a cualquier persona que piensa en sus hijos a no quedarse quieto.
El gobierno de Neuquén persiste en avanzar con la explotación de hidrocarburos no convencionales. Con antecedentes en el mundo entero que causan pánico, el gobernador Jorge Sapag, del Movimiento Popular Neuquino, pretende sacrificar los ríos de Neuquén por un "desarrollo” que no dejara más que desastre y contaminación.
La denominación de "hidrocarburos no convencionales” (gas y petróleo) se debe a que dichos minerales se encuentran en rocas compactas y a una profundidad que supera a las formaciones que reservan los "convencionales”.
La técnica para la extracción es diferente a la explotación convencional. La perforación es vertical hasta una profundidad que supera los 5000 metros y luego horizontal por otros 2000 metros, atravesando napas y diversas formaciones.
Son extraídos a través de la "hidrofractura” o "fracking”. La hidrofractura es un sismo subterráneo producido por medio de explosiones. Se utiliza una gigantesca cantidad de agua dulce junto a una mezcla de 203 productos químicos que contiene "inhibidores de corrosión”, "gelificantes”, "complementos biácidos”, "demulsificantes espesantes” para generar la presión necesaria que rompe la roca que contiene los minerales.
Cada excavación necesita, en promedio, 30 millones de litros de agua, lo que es igual a la cantidad que consume una población de 80.000 habitantes por día. Por cada fractura se vuelven a utilizar otros 30 millones de litros, pero nuevos. Y según los especialistas, un pozo se puede hidrofracturar hasta 18 veces utilizando un total de 540 millones de litros de agua dulce. Los minerales se chupan por los tubos y con suerte, un porcentaje de los químicos y elementos radioactivos vuelven a la superficie, mientras que la mayoría son absorbidos por las napas subterráneas. Los desechos tóxicos se vierten en piletas de almacenamiento a cielo abierto donde se disipan en el aire y se convierten en gases altamente nocivos para el ambiente.
En la provincia de Neuquén, la empresa petrolera Apache comenzó con la técnica de hidrofractura en la comunidad mapuche Gelay Ko. El gobierno neuquino otorgo la concesión a la compañía norteamericana sin el consentimiento de la comunidad originaria. De la misma manera hizo lo suyo YPF. Las dos empresas operan en la formación geológica denominada "Vaca Muerta”, territorio donde viven 17 comunidades Mapuche.
¿De dónde sacan las compañías los millones y millones de litros de agua?
Es una pregunta que el gobierno neuquino se atraganta ante cada respuesta. Hace unos días encontró otra que los hace transpirar como testigo falso. El decreto 1483/12 ordena a las empresas utilizar solo agua de ríos, lagos y acuíferos superficiales, mientras que no podrán usar agua proveniente de las napas subterráneas, según dicen, para resguardar el ambiente y la salud.
La realidad no muestra resultados positivos de controles para creer en el decreto provincial y confiar en el resguardo ambiental del gobierno. Es un hecho que las napas de agua subterráneas son alcanzadas por componentes tóxicos, químicos y radiactivos y no existe forma de controlar esa contaminación como no hay manera de cosechar peras en un olmo.
No hay que ser demasiado inteligente para darse cuenta que este decreto es un absurdo que no tiene otro objetivo más que acallar las voces que alertan sobre esta técnica destructiva.
Lo que expone la hidrofractura es la imposición de un modelo de vida basado en la destrucción y la miseria. Para el gobierno neuquino no existen otras formas de concebir el mundo que no sea explotándolo y generar riquezas para unos pocos. Escuelas sin maestros y maestros sin escuelas. Trabajadores con salarios indignos. Comunidades Mapuche empobrecidas y un sinfín de ejemplos que dan cuenta de la farsa del cuento petrolero de riqueza y prosperidad. Y las consecuencias nocivas que deja ese modelo pretenden esconderlas debajo de la alfombra o para ser más concreto, debajo de la tierra neuquina.
El gobierno neuquino trabaja a diario para garantizar la seguridad jurídica de las empresas petroleras. La promesa: desarrollo para los próximos cincuenta años con minerales que se acaban en menos de dos décadas. Pero ¿quién resguarda nuestros ríos?, ¿quien se ocupa de la seguridad ambiental de los neuquinos?
Y usted lector que tiene hijos, sobrinos y nietos, ¿está seguro que ellos podrán disfrutar de los ríos Neuquén y Limay de la misma manera que usted lo hizo de pequeño?
Fuente:
Mapuexpress
Por Kvrvf NawelChile - 24 de agosto de 2012.
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