Argentina se suma a las Jornadas de Paz y Dignidad 2012



  • Jornadas de Paz y Dignidad es una carrera continental, que se ha instituido en 1992 como contraparte a las celebraciones por los 500 años del descubrimiento de América.

    En esta ocasión las Jornadas han comenzado en Tamoanchan, Nayarit, México el 1 de diciembre y culminarán en Kitralma, al sur de Chile el 21 de marzo.

    Aunque le llamamos carrera, no es una competencia, si no que se trata de una ceremonia ancestral. Una manera de estar en relación con lo Sagrado del Ser.

    Desde la antigüedad en nuestras tierras se ha corrido con el entendimiento de que corriendo con un propósito sagrado se fortalece la relación del hombre con la naturaleza.

    En los comienzos, los chaskis han corrido llevando las noticias, corriendo se han fortalecido las relaciones entre los pueblos y su expansión cultural. Y es en estos momentos que nos toca a nosotros llevar la noticia de que ha llegado el tiempo de la Unidad de los Pueblos.

    En estos momentos nuestra gente se encuentra, luego de haber atravesado Centroamérica, y buena parte de Sudamérica entrando en territorio Chileno. Rezando en sus pasos La Unidad de los Pueblos, soñando en sus pasos la Esperanza de una Vida en Paz y Dignidad para nuestra gente.

    Cada vez que estas Jornadas se realizan se elige un propósito especial, que guía de alguna manera a las voluntades que se suman. En este caso estamos corriendo para Honrar y Reconocer al Agua como el Ser Sagrado que es, y esto lo podemos advertir sólo con reconocer su importancia indispensable para la continuidad de la vida en bienestar. Poniendo un poco de atención podemos darnos cuenta de lo que ya está sucediendo con el Agua en el mundo. Y de lo urgente que debieran ser nuestras acciones. Por todo esto estamos honrando a nuestros ríos, nuestras cascadas y manantiales, nuestras lagunas, nuestras vertientes, al agua del cielo, ofreciendo nuestro agradecimiento por la vida en este tiempo y la de las generaciones futuras.

    Estas Jornadas unen los sueños y las esperanzas de muchas Naciones Originarias de todo el continente. Pero además les da la bienvenida a todos los que sientan el llamado a participar de alguna manera, lleguen desde el deporte, la cultura, las artes, el conocimiento, y tengan la Fe que tengan.

    Habrá bastones muy antiguos, bastones de mando que cargan espíritus antiguos y sagrados, que representan el espíritu de Naciones guiando nuestro andar, pero llamamos en este momento a todos quienes sientan colocarse detrás de estos bastones, a que lo hagan. A que participen, a permitirse sentir el llamado de Nuestra Madre Tierra.

    En el respeto y la atención a quienes pueden hoy aportar soluciones concretas frente a la confusión y el desorden al que ha llegado la humanidad obedeciendo a patrones de vida que nos han alejado de las verdades.

    Las Jornadas de Paz y Dignidad llegarán a Argentina el 5 de marzo proveniente de Brasil y Uruguay, como una segunda flecha o columna humana que desde el Océano Atlántico llegará a unirse con la que viene llegando desde el norte en Kitralma, al sur de Chile, el 21 de marzo de 2012, en la gran ceremonia de celebración del cumplimiento de la profecía del Águila y el Cóndor.

    Y esta es la profecía que en esencia nos inspira. Nos llega y nos alimenta en este tiempo a través de la palabra de nuestros mayores, de nuestros ancianos que nos dicen que este es el tiempo de la Unidad, que este es el tiempo de reconocernos como Hermanos, hijos de una misma Madre y un mismo Padre, de recuperar el derecho de sentirlo de esa manera, ya que allí está nuestra fuerza y nuestra posibilidad.

    Todo lo que nos antecede es memoria, no es posible borrarla y a su encuentro vamos con los brazos y el corazón abierto, a reconocernos como hermanos, a sembrar Paz y Dignidad para los tiempos que vienen.

    Seamos agua que fluye y late, que juntos podamos ir hacia el respeto y la buena valoración de lo importante para la vida. Pongámonos de pie y corramos por nuestra hermana el agua, por nuestra madre tierra, por nosotros, para nuestros hijos.

    Por Nayara Colibrí


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