QUE LA TIERRA TOME LA PALABRA. Naturaleza del Nuevo Movimiento Emancipatorio



Naturaleza del Nuevo Movimiento Emancipatorio

Crisis argentina – Especulación financiera internacional – Modelo de acumulación de capital – Neo liberalismo – Commodities – Movimientos sociales – Economía Real – Post Capitalismo

El mero pasaje por la crisis del 2002 no nos hace espontáneamente más capaces de discernir lo que vendrá. Lo que mantendrá cohesionadas a las masas poblacionales de la presente centuria será la capacidad que demuestren de sobreponerse a la caída que inexorablemente tendrá lugar ante la quiebra del actual sistema económico en declive.

2001 – 2011 Una década de cautiverio económico

Trascurrida una década de la caída de nuestro sistema económico, son aún muy pocas las voces que asumen la profundidad del impacto de lo acaecido y mucho menos las que se hacen oír aún hoy entre los medios de masas, en alusión a aquellos sucesos ya pretendidamente remotos del 19 y 20 de diciembre.

Es sorprendente que casi sin interrupción se haya reocupado el espacio de la interpretación de semejantes acontecimientos, con los mismos cómplices, beneficiarios y coautores que desencadenaron esta supuesta crisis, condenándonos así a una sombría convalecencia entre falaces versiones que no resuelven, ni responden a nuestros propios interrogantes, pero que efectivamente nos continúan impidiendo la consolidación de al menos algo a lo que llamar sistema económico.

El 2001 no fue resultado de causa alguna fundada en la actividad económica local, ni guarda relación causal con ninguna clase de medida manada del sector público. Nuestra economía doméstica jamás provocó un desajuste productivo o cambiario que motivara que semejante cantidad de moneda migrara de forma tan repentina y desavisada. Fue en cambio una operación financiera trasnacional, exclusivamente especulativa lo que desencadenó la tan temida corrida financiera. Dicha migración fue concebida anticipadamente para la captación de activos propios de otras plazas emergentes y remotas para la plaza europea.

Fue el nacimiento del Euro como moneda comunitaria lo que despedazó nuestra frugal economía doméstica en aras del fortalecimiento de un nuevo signo monetario resultante, sin otro respaldo que la divisa ajena a sus propias arcas. Una estafa cuya magnitud es aún difícil de cuantificar pero que en básicos términos de lego, consistió en librar tres unidades de la nueva moneda comunitaria por cada unidad de divisa equivalente depositada a la fecha de la entrada en vigencia del Euro en cada sede bancaria durante el largo feriado cambiario de la navidad del 2001.

Así fue como nuestras entidades financieras argentinas, abaladas por una legislación absolutamente permisiva y permeable a la libre circulación de capitales, se convirtió en la plataforma especulativa que desencadenara la tan mentada crisis argentina.

Tras el notable impacto social que provocara la absoluta ausencia de nuestros depósitos bancarios, y del inexorable encadenamiento de sucesos que por arrastre provocara el vaciamiento del sector financiero de nuestra economía, rápidamente acuden a tapar el enorme vacío de poder los sucesores políticos del mismo sistema económico que provocara la maniobra.

Así comienza la restauración conservadora en la que actualmente estamos inmersos. Así nace esto a lo que tanto se alude como "modelo" que no es otra cosa más que al "modelo de acumulación de capital" asegurado durante el mandato de Duahalde (2002) al mismo inversor multinacional que nos pusiera de rodillas. Que se respetara durante el mandato de Néstor Kirchner (2003 – 2007), ya abreviado como "modelo de acumulación", y que actualmente con Cristina Fernández de Kirchner sea simplemente llamado "el modelo". Pero que en todos los casos alude a un sistema que sintetiza riqueza y la transfiere instantáneamente al interior de los bancos, ahora potenciada por la mágica vía de la electrónica, sin devolución real alguna para con el lugar de donde parte como riqueza genuina. Así se regenera el circuito parasitario con que quedan sometidas todas nuestras fortalezas económicas, nuestras vastas riquezas naturales y la incesante capacidad de trabajo de nuestra laboriosa y calificada clase trabajadora.

Una directiva colonial que se consolida en una devaluación de nuestro peso de un trescientos por ciento que no tendrá otro propósito más que condenarnos a todos nosotros a regenerar el valor nominal apreciado por el triunfante sistema monetario y financiero europeo a costa de nuestro esfuerzo. Una estructura de dominación presidida por el nuevo culto a una moneda abstracta, librada a circular a la velocidad de la luz, sin controles de emisión o respaldo real alguno y que se postula irrestrictamente como riqueza ante nuestros factores productivos.

La continuidad del cautiverio neo conservador

A partir del 2002 esta restauración conservadora acudió entonces a reponer la marcha del mismísimo planteo que previamente encontrara tan tenaz oposición en materia de privatización y extranjerización de la economía durante los años '90. Así sencillamente transfiriendo la culpabilidad de la supuesta crisis a los sectores activos en el plano local, y acompañando dicha falacia con la infaltable dosis publicitaria de supresión de la autoestima, se logró que se reinstalara la totalidad de la masa monetaria perdida pero ya acreditada convenientemente en las cuentas del capital trasnacional concentrado con la irremplazable complicidad de la clase política local, socia protagónica del saqueo del que somos objeto ahora. Así se financió lo que habría de ser la profundización del modelo neoliberal en actual curso de expansión, sólo que en lugar de orientar su meta hacia las empresas de servicios públicos, habría de dirigirse ahora sobre nuestros bienes naturales.

Bajo este imperio de la moneda sin respaldo, Argentina se ha convertido en cautiva de las "commodities"; palabra con la que se intenta explicar algo que se pueda hacer con un registro electrónico de dinero sobre el tablero de nuestro territorio. Algo con que consagrar la desigualdad y el sometimiento a la moneda extranjera bajo la fachada de un supuesto desarrollismo modernizante. Una fuente prodiga en petulantes alusiones al proceso de globalización que aterrizará de un momento a otro por entre nuestras mortales biografías. Así se postulan en galería todas y cada una de las formas de saqueo dadas sobre nuestros habitantes. Promesas de una prosperidad que nunca llega, pero que si en cambio se saquea nuestras fuentes de agua y se apropia sistemáticamente de nuestros bienes naturales. Vienen por nuestras riquezas mineras, quieren arrebatarnos la pesca, mientras envenenan las tierras de cultivo y las fuentes de agua dulce aledañas a sus más tóxicos monocultivos. Estropean los bosques, montes y humedales secularmente habitados por nuestros hermanos originarios, persiguen al campesino y auspician su proletarización desde una completamente des adaptada educación, a la que se arrojan como cautivos a los niños sin distinción de su origen o cultura completando el tan consabido circuito de etnocidio por el que desde hace quinientos años venimos circulando.

Hoy el 80 % (ochenta por ciento) de nuestra facturación bruta se aloja en empresas extranjeras, siendo que el sector asalariado se reduce a su mínima expresión arrojando a la informalidad a ya casi el 75 % (setenta y cinco por ciento) del sector activo, principalmente compuesto por jóvenes ávidos de encontrar un lugar o un destino digno de ser vivido en este su suelo nativo.

Un escenario social en incesante movimiento

Pero afortunadamente para nosotros, la emergencia acuñaría modalidades de respuesta social hoy también reconocidas mundialmente como formas de resistencia popular y acción directa practicables en todos los espacios donde el pensamiento único fuera que se presente.

Piqueteros, asambleístas y ahora también los acampes de indignados, recuerdan su origen argentino. Un digno honor del que no debemos nunca renegar a la hora de enfrentar cada nuevo escenario de lucha social del que se trate.

No han sido ni los analistas, ni los académicos, ni los intérpretes más publicables los impulsores de los nuevos modos de obrar que ahora marcan nuestro camino. Ni siquiera sugieren como paliar el brutal impacto que sobre todos nuestros escenarios tiene ya grabado el neo liberalismo como huella. Por el contrario, la claridad de las alternativas en curso de desarrollo, parten directamente del relato de los nuevos emergentes. Hoy son sencillamente los habitantes quienes hacen suya la necesidad de tomar parte de una nueva manera de integrarse a una construcción colectiva. Desde los Tinkus y trawnes de las tierras ancestrales, desde las cooperativas rurales de nuestro negado campesino, y desde las actuales asambleas ciudadanas, se arbitran respuestas cada vez más adecuadas a las disímiles formas que la agresión adquiera.

Estas son hoy nuestras fuentes de inspiración constante y para ellas sean todos los reconocimientos. Los verdaderos impulsores del cambio social son los ambientalistas, los campesinos y nuestros hermanos los indios los que reunidos en asamblea marcan la tendencia en este terreno de lucha, porque ha sido en su territorio donde más arteramente se encarnó la apropiación, la desigualdad y por consecuencia, la injusticia. Allí se propagó el anticuerpo de la asamblea, de la democracia directa que tanto orgullo nos diera alguna vez durante el reciente bicentenario de la Patria, al evocar nuestros históricos cabildos revolucionarios con los que viéramos nacer los primeros días de nuestras jóvenes patrias.

Allí me atrevo a afirmar veremos florecer la generación que esperamos durante tanto tiempo que florezca en nuestro suelo. Porque es en su terreno donde tiene lugar el verdadero escenario de lucha, los desafíos de la economía real y la resolución de la verdadera crisis
mundial que se nos viene encima ahora.

A que cosa llamar sistema económico

A lo largo de toda esta última etapa monetarista, todos hemos podido comprobar como el eje del debate migró desde la puja entre las fuerzas del trabajo y el capital, hacia los nuevos límites impuestos por los recursos naturales. Trabajo y Capital por más que tironeen no alcanzan a explicar cual ha de ser el costo de reposición de cada recurso en trayecto de consumo humano.

El verdadero ciclo de la economía real deberá ser aquel donde se estime el costo de reposición de todos los bienes naturales e invariablemente llamar a ese ciclo "eco-nomía". Hoy comienza a verse limitado el capitalismo monetarista, fundado en un valor simbólico ya completamente abstracto y que por lo tanto compromete las bases mismas de la Economía Política como parte de la ciencia. No volverá a haber algo a lo que llamar sistema económico mientras persista una potencia autócrata en ejercer la potestad de emitir sin restricciones la moneda de referencia internacional y de donarla como liberalidad a quien decida. Un circuito arbitrario puramente abstracto y ahora además, gracias a la tecnología, Infinita mente almacenable y disponible de manera instantánea.

Sencillamente la escasez como rectora de valor encuentra una incalificable bonanza como criterio toda vez que enfrentemos un escenario donde la moneda se ofrezca como recurso ilimitado. Más aún cuando los recursos que fundan la mismísima matriz energética no son renovables y por lo tanto cada vez más caros y escasos. Y así con muchos otros recursos a considerar como objeto de revalúo como el agua potable, el aire puro y el suelo fértil que si son susceptibles de ser ponderados en finito inventario y asignados a un dispositivo que nos incorpore como trabajadores o sencillamente como habitantes hábiles de interpretar el estratégico cálculo de la supervivencia colectiva sobre el tiempo y lugar en el que trascurran nuestras vidas.

Así es como comenzamos este siglo XXI, afrontando un cambio de parámetros de medida cuya infranqueable relevancia pone en tela de juicio ya no sólo el fundamento mismo del programa civilizatorio en curso, sino que amenaza con poner en jaque nuestra misma presencia poblacional sobre el planeta. Un proceso que podría revertir drásticamente el sentido optimista que trasunta la publicidad, el consumismo, alienta el crédito y motiva la inversión industrial a lo largo de todo el orbe. Un umbral de de conflicto cuya importancia deberá pronto a alcanzar a comprometer a toda la dirigencia activa a escala planetaria.

Pero a que habremos de llamar "sistema económico" en un futuro próximo dadas las presentes circunstancias. A qué propósito consagrar la vocación de tantos corazones ansiosos por tomar parte de un cambio genuino de dirección de marcha al que sí valga la pena consagrar estudio, trabajo y militancia social de la generosa manera en que nuestra juventud lo está haciendo ahora. Que consigna debemos circular entonces por entre tantos canales activos de comunicación alternativa que sirva a esta nueva corriente emancipatoria con la que todos soñamos.

Que la Tierra tome la palabra

Recuperemos nuestras sagradas montañas fuentes de todos nuestros torrentes de agua. Defendamos sus bosques desde la primitiva naciente hasta la puerta misma de nuestras casas. Respetemos la flora nativa como fundamento y nuestra fauna, como si fueran ellas parte misma de nuestra vida, porque en definitiva así lo son y lo seguirán siendo siempre. Honremos la semilla genuina y alejemos de nuestras fuentes de alimentos todo rastro de injustificada toxicidad. Mantengamos como meta mundial sostener los valores de biomasa, biodiversidad e interacción en nuestro entorno natural hasta las profundidades mismas de la mar océano y hagamos que nuestras vidas sean así parte de la vida porque ella es la que nos contiene como sustancia conciente dentro del sentido de marcha que deberá guiarnos en adelante, como lo ha venido haciendo hasta ahora, sin que lo percibiéramos concientemente.

Que la Tierra tome la palabra. Y que integrados a su naturaleza nos proyectemos en el tiempo hacia las generaciones futuras.

Arturo Avellaneda
Octubre 2011

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