Postcapitalismo – Crisis estructural – Planificación estratégica de largo plazo – Bienes naturales – Pobreza energética – Economía de transición – Municipios ecológicos
El inexorable declive del Capitalismo Estructural motiva un revalúo de los recursos naturales y precipita un movimiento de transición hacia una economía de escala local con mayor acento en la manufactura artesanal y el revalúo de las riquezas que ofrece la naturaleza.
Postcapitalismo como estrategia realista de largo plazo
El declive de las economías centrales ha sido desde comienzos de siglo una pronunciada constante, dicha desaceleración de las economías altamente industrializadas guarda relación con una omnipresente revolución tecnológica extendida ahora a muchos más países, que no sólo restringen mercados a los otrora hiper desarrollados, sino que dicho fenómeno transfiere una creciente relevancia hacia los productos primarios con que alimentar fábricas, mercados y ahora también a poblaciones marginales cuyo poder adquisitivo se ve incrementado por la incorporación de nuevas capas medias de población precisamente allí donde el desarrollo es emergente.
Así se han previsto posiciones cada vez más arraigadas en el sector primario, también conocidas como commodities, y que tienen por sentido anticipar un umbral de encarecimiento inexorable sobre los recursos naturales no renovables, o incluso renovables pero en vías de regresión como el agua potable y el suelo fértil, o sencillamente más escasos como los alimentos. Este declinar, esta escasez, este angostamiento del umbral de bienestar se verá agravado en tanto se agudice la actual pobreza energética en curso de expansión.
De esta manera comienzan a tallar los inventarios energéticos y los sistemas ecológicos como géneros estratégicos hábiles de sustentar la masa poblacional alcanzada durante los períodos de expansión del consumo propios de los procesos industriales. Este escenario es conocido como el Cenit del Petróleo o el fin de la era de la energía barata y abundante y es la verdadera norma interpretativa que orienta la actual planificación de largo plazo dentro de las economías centrales.
La transición
En vista de lo descrito acerca de la crisis en actual curso de desarrollo, un verdadero cambio de posición comienza a tallar en el criterio de continuidad del actual estado de bienestar que pronto condicionará profundamente la conducta de las grandes masas poblacionales. La riqueza comienza a ser percibida como un término ambiguo y hasta contradictorio dada la volatilidad que los activos financieros poseen frente a las posiciones reales o commodities, de modo es que paulatinamente toda inversión y gasto será objeto de un minucioso revalúo. Bosques, pesquerías, fuentes de agua potable, clima y superficie cultivable. Comienzan a tallar notablemente en la cartera de los sectores concentrados de la economía, anticipando una orientación nueva para las metas culturales de prosperidad propuestas como asesoramiento de inversión para los sectores altos y medios que podrían rápidamente sintonizar el sentido del cambio.
En escala humana, el declive no será materia de tratamiento de análisis en el nivel académico de post grado, porque sencillamente no habrá mucho tiempo para estudiarlo. La necesidad como madre educadora, pondrá a los más rápidamente adaptables al mando de cada caso emergente por orden de aparición e importancia, como ha sucedido siempre y así por repercusión natural se divulgarán las fórmulas adaptativas de conducta más convenientes en cada tiempo y lugar del que se trate.
En algunas comunidades se han elaborado programas de transición que con disímil apoyo, han comenzado a ganar concreción. Municipios preocupados historicamente por la sustentabilidad de sus planteles poblacionales interpretan primero la premura de elaborar una matriz energética alternativa, sustituir hasta el límite de lo posible fletes y gastos suntuarios, y sobre todo poner el acento en la autonomía agro alimentaria con que resolver las necesidades más elementales. De esta forma muchas comunidades retoman disimuladamente hábitos acuñados por sus propios abuelos, casi extintos en la memoria colectiva y se aprestan a restaurar herramientas e instalaciones características de tiempos donde el combustible fósil aún no existía.
Ahora es el momento de repasar los costos a largo plazo de una huerta comunitaria, de la reposición de un mercado local, del paulatino retorno al alimento artesanal y hasta de la tracción a sangre, porque es seguro que pronto nos harán falta. Muchos dispositivos típicamente macroeconómicos como la navegación fluvial y el trasporte público sufrirán terminantes cambios de rumbo. Hasta el ubicuo automóvil será relegado por la bicicleta como alternativa lógica frente a un cada vez más escaso y caro combustible fósil. La construcción tradicional, el emplazamiento rural del hábitat familiar, comenzarán a tallar ya como tema a tratar en la agenda política de largo plazo a lo largo de todo el orbe.
Las metas del presente milenio se asemejarán más a la supervivencia natural que al tan mentado objetivo del desarrollo sustentable. Pero no será algo traumático, así lo ha sido anteriormente y lo continuará siendo a lo largo de los siglos venideros toda vez que se comprenda que no existe una naturaleza humana escindida del todo armónico y ordenado del que todos somos parte.
Fragmento del
Arturo Avellaneda 2011
Comentarios