Emancipación, relato y resistencia histórica en el renacimiento de Abya Yala



"Yo jefe, hijo de esta tierra.
Blancos ladrones,
mataron a mis hijos, mataron a mis hermanos,
robaron mis caballos y la tierra que me vio nacer.
Yo, prisionero".

Lonco Inacayal

Se apropiaron del ahorro social, de los títulos de la deuda pública, del sistema previsional, de las empresas nacionales de servicios públicos que les resultaros apetecibles. Luego se concentraron en condenar a la masa trabajadora a una reducción real en su poder adquisitivo que alcanzó a la tercera parte del ingreso inmediatamente anterior. Arrojaron a toda la juventud a la informalidad por debajo de los salarios mínimos de convenio y por fuera de toda cobertura laboral. Redujeron los presupuestos sociales de salud, vivienda y educación. Bregaron con sus reformas hasta acorralarnos en las situaciones de doble y triple empleo familiar en las que escasamente sobrevivimos ahora. Y aún no satisfechos con ello hoy concentran en su poder el 80% (Ochenta porciento) de la facturación bruta total de nuestra actividad económica. Este verdadero saqueo de nuestra economía perpetrado por el poder del capital trasnacional concentrado es a lo que muchos identifican como modelo. Se trata de un mero disfraz, de un crudo engaño tras el cual se preparan para asaltarnos nuevas formas de dominación y más socios de la opresión de los que hayamos alcanzado a identificar jamás. Sus armas son todas las disponibles por precio o recompensa remuneratoria. Partidos políticos, medios de masas, universidades y hasta organizaciones religiosas, toman posición ahora tras las banderas de los bancos y sus monedas electrónicas. Es perentorio que tomemos conciencia de manera inmediata de cuales habran de ser los conceptos que articularemos en su contra hasta deponer definitivamente la hegemonía que estos grupos concentrados de la economía mundial ahora ejercen sobre nuestro destino como pueblo.

Este documento describe el comienzo de un estado de cosas inadmisible de asimilar por medio de la información que manejamos todos de manera cotidia, por esta razón es clave comprender lo que vendrá ahora desde la modesta experiencia de Argentina. Este fue el escenario donde se ensayaron las nuevas formas de opresión. Será este entonces el tiempo y lugar desde dónde deba partir la llamada a reunión que nos congregue en las próximas luchas y sobre todo pueda convocarnos a reponer la posibilidad de recuperar el manejo de nuestros destinos dentro de los valores con que siempre soñamos vivir e instar a que sobrevivan así nuestras propias culturas.

Que se pretenda impedir que accedamos a la información más elemental acerca del curso de nuestros intereses colectivos, supone un nivel de intervención alto de los factores más concentrados de la economía sobre los medios de comunicación de masas. Esta connivencia no sólo encubre un brutal saqueo de nuestros recursos genuinos y una despiadada invisibilización de los conflictos de intereses que nos afectan, sino que ahora se pretende postular a dicho dispositivo como parte de un supuesto modelo económico.

Este modelo de acumulación de capital proclamado como parte de un pensamiento consagratorio de la unipolaridad a escala planetaria, no sólo no lleva la cuenta de los daños que produce materialmente, sino que carece además de un programa de bienestar para la creciente población mundial subordinada bajo su inconsulta potestad.

Ante tamaña realidad, numerosos actores han comenzado a elaborar un frente alternativo de disímil origen y de características multidisciplinarias que involucra a economistas, activistas y colectivos dispuestos a comprometerse con otro rumbo. Este escenario es hoy definido genéricamente como postcapitalismo; un concepto propuesto para nuclear diversos movimientos altermundistas hoy capaces de expresar abiertamente los argumentos que aluden al inminente deceso de este modelo de desarrollo durante el trascurso del presente período histórico.

Estos movimientos ya suponen un marco de análisis posterior al apogeo del sistema dominante en lo económico o capitalismo estructural y entre sus muchos criterios define un regreso a la naturaleza como único fundamento existencial capaz de asimilar la creciente población biológica humana que cotidianamente se multiplica. Dentro de estos nuevos criterios coexisten postulados de distinta procedencia pero que coinciden en favorecer la autonomía y la autodeterminación institucional en el marco local, como respuesta indispensablemente asociada a la dirección que llevará todo colectivo expuesto a la pobreza que pronto se extenderá como consecuencia del declive de la actual matriz energética. Una crisis que requerirá sustitutos a la logística industrial y al trasporte general de mercaderías de primera necesidad de una forma perentoria. Así una confluencia de múltiples e insalvables factores se conjugará en conflictos de interés sobre objetivos tan básicos como los alimentos, la distribución geográfica de la población y la disponibilidad de combustibles, agua, energía y trasporte. Todos factores críticos para el sustento de las actuales metrópolis.

Numerosas razones direccionan la orientación de este cambio como parte de un renacimiento de nuestros movimientos emancipatorios americanos, por su condición horizontal compatible con estructuras federativa, y su forma de elaborar consenso en materia local de una manera consultiva. Estos viejos formatos revolucionarios, nuevamente apuntan como en el siglo XIX a la autodeterminación de la comuna, tanto como hacia la abolición del poder hegemónico de las metrópolis, así como también al respeto de toda forma minoritaria de expresión cultural propia de cada territorio.

Este marco circunstancial es entonces sensible expresión de los renovados anhelos reivindicativos de nuestros derechos y demandas populares. Cada postergada expresión cultural, cada ambiente natural amenazado y todo asentamiento poblacional humano que espere alcanzar su autodereminación como pueblo, representan entonces parte sustancial de la conflictiva de este nuevo siglo que hoy enfrentamos.

Este criterio a su vez redescubre espontáneamente los saberes de nuestros hermanos originarios, de nuestros postergados campesinos y de todas aquellas culturas que liguen armónica y ordenadamente al habitante histórico con la naturaleza que lo circunda. Un nuevo sujeto revolucionario emergerá entonces de este nuevo escenario utópico al principio, pero inexorablemente realista a la luz de un programa civilizatorio occidental en franca decadencia histórica. Así sencillamente empujados por las circunstancias encuentran un inusitado protagonismo algunos grupos sociales remotos a la academia, pero efectivamente mejor preparados para la defensa de sus más inclaudicables intereses colectivos. En su detrimento vienen por el agua, por nuestras semillas, por los bosques y por nuestra ya maltratada fauna hasta agotar su stock biológico. Una política de tierra arrasada propia del invasor colonial repite casi calcadamente a su vez el programa de saqueo y conquista que por más de medio milenio ha orientado al invasor colonial sobre nuestro territorio.

Arturo Avellaneda
3 de octubre 2011

Fragmento:
Introducción del


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