CARTA PERMAHABITANTE AL 3º FORO PARA EL CAMBIO SOCIAL

CARTA PERMAHABITANTE

AL 3º FORO PARA EL CAMBIO SOCIAL

Buenos Aires junio del 2011

Por Arturo Avellaneda

 

QUE LA TIERRA TOME LA PALABRA

 

 

2001 – 2011 Una década de cautiverio económico

 

Trascurrida una década de la caída de nuestro sistema económico, son aún muy pocas las voces que asumen la profundidad del impacto de lo acaecido y mucho menos las que se hacen oír entre los medios de masas en alusión a aquellos sucesos hoy pretendidamente remotos del 19 y 20 de diciembre.

 

Es sorprendente que casi sin interrupción se haya reocupado el espacio de la interpretación de semejantes acontecimientos, con los mismos cómplices, beneficiarios y coautores que desencadenaron esta supuesta crisis, condenándonos así a una sombría convalecencia entre falaces versiones que no resuelven, ni responden a nuestros propios interrogantes.

 

El 2001 no fue resultado de causa alguna fundada en la actividad económica local, ni guarda relación causal con ninguna clase de medida manada del sector público. Nuestra economía doméstica jamás provocó un desajuste productivo o cambiario que motivara que semejante cantidad de moneda migrara de forma tan repentina y desavisada. Fue en cambio una operación financiera trasnacional, exclusivamente especulativa lo que desencadenó la tan temida corrida financiera. Dicha migración fue concebida anticipadamente para la captación de activos propios de otras plazas emergentes y remotas para la plaza europea. 

 

Fue el nacimiento del Euro como moneda comunitaria lo que despedazó nuestra frugal economía doméstica en aras del fortalecimiento de un nuevo signo monetario resultante, sin otro respaldo que la divisa ajena a sus propias arcas. Una estafa cuya magnitud es aún difícil de cuantificar pero que en básicos términos de lego, consistió en librar tres unidades de la nueva moneda comunitaria por cada unidad de divisa equivalente depositada a la fecha de la entrada en vigencia del Euro en cada sede bancaria durante el largo feriado cambiario de la navidad del 2001.  

 

Así fue como nuestras entidades financieras argentinas, abaladas por una legislación absolutamente permisiva y permeable a la libre circulación de capitales, se convirtió en la plataforma especulativa que desencadenara la tan mentada crisis argentina.

 

Tras el notable impacto social que provocara la absoluta ausencia de nuestros depósitos bancarios, y del inexorable encadenamiento de sucesos que por arrastre provocara el vaciamiento del sector financiero de nuestra economía,  rápidamente acuden a tapar el enorme vacío de poder los sucesores políticos del mismo sistema económico que provocara la maniobra.

 

Así comienza la restauración conservadora en la que actualmente estamos inmersos. Así nace esto a lo que tanto se alude como "modelo" que no es otra cosa más que al "modelo de acumulación de capital" asegurado al inversor multinacional durante el mandato de Duahalde (2002), que se respetara durante el mandato de Néstor Kirchner (2003 – 2007), ya abreviado como "modelo de acumulación", y que actualmente con Cristina Fernández de Kirchner sea simplemente llamado "el modelo". Pero que en todos los casos alude a un sistema que sintetiza riqueza y la transfiere instantáneamente al interior de los bancos por la mágica vía de la electrónica, sin devolución real alguna para con el lugar de donde parte como riqueza real y tangible, fruto del esfuerzo cotidiano del trabajador activo.

 

Así se regenera el circuito parasitario con que quedan sometidas todas nuestras fortalezas económicas, nuestras bastas riquezas naturales y la incesante capacidad de trabajo de nuestra laboriosa y calificada clase trabajadora. Una estructura de dominación presidida por el nuevo culto a una moneda abstracta, librada a circular a la velocidad de la luz, sin controles de emisión o respaldo real alguno y que se postula irrestrictamente como riqueza ante nuestros genuinos factores productivos.

 

La continuidad del cautiverio neo conservador

 

A partir del 2002 esta restauración conservadora acudió a reponer la marcha del mismísimo planteo que previamente encontrara tan tenaz oposición en materia de privatización y extranjerización de la economía. Así sencillamente transfiriendo la culpabilidad de la supuesta crisis a los sectores activos en el plano local, y acompañando dicha falacia con la infaltable dosis publicitaria de supresión de la autoestima, se logró entonces que se reinstalara la totalidad de la masa monetaria perdida pero ya convenientemente asentada en las cuentas del capital trasnacional concentrado con la irremplazable complicidad de la clase política local, socia protagónica del saqueo del que somos objeto ahora.

 

Bajo este imperio de la moneda sin respaldo, Argentina se ha convertido en cautiva de las "commodities"; palabra con la que se intenta explicar algo que se pueda hacer con un registro electrónico de dinero sobre el tablero de nuestro territorio, a costa de los sueños e intereses de sus propios habitantes. Algo con que consagrar la desigualdad y el sometimiento a la moneda extranjera bajo la fachada de un supuesto desarrollismo modernizante, sin dejar pasar por alto las tan petulantes alusiones a un proceso inminente de globalización mundial que aterrizará por entre nuestras mortales biografías. Aquí se postulan en galería todas y cada una de las formas de saqueo dadas sobre nuestros intereses como visionarias promesas de una prosperidad que nunca llega. Vienen en cambio a saquear nuestras fuentes de agua, a apropiarse de nuestros últimos reductos naturales, vienen por nuestras riquezas mineras. Quieren arrebatarnos la pesca, mientras envenenan las tierras de cultivo y las fuentes de agua dulce aledañas a sus más tóxicos monocultivos. Estropean los bosques, montes y humedales secularmente habitados por nuestros hermanos originarios, persiguen al campesino y auspician su proletarización desde una completamente des adaptada educación, a la que se arrojan como cautivos a los niños sin distinción de su origen o cultura completando el tan consabido circuito de etnocidio por el que desde hace quinientos años venimos circulando como esclavos.

 

Hoy el 80 % (ochenta por ciento) de nuestra facturación bruta se aloja en empresas extranjeras, siendo que el sector asalariado se reduce a su mínima expresión arrojando a la informalidad a ya casi el 75 % (setenta y cinco por ciento) del sector activo, principalmente compuesto por jóvenes ávidos  de encontrar un lugar o un destino digno de ser vivido en este su suelo nativo.

 

Un escenario social en incesante movimiento

 

Pero afortunadamente para nosotros, toda esta clase de penurias no son en vano. La emergencia acuñaría modalidades de respuesta social hoy reconocidas mundialmente como formas de resistencia popular y acción directa aplicables a todos los escenarios donde el pensamiento único se encargue de desbaratar el destino de la gente.

 

Piqueteros, asambleístas y ahora también los acampes de desalojados, recuerdan su origen argentino. Un digno honor del que no debemos nunca renegar a la hora de enfrentar cada nuevo escenario de lucha social del que se trate.     

 

No han sido ni los analistas, ni los académicos, ni los intérpretes más esperables los impulsores de los nuevos modos de obrar que ahora marcan nuestro camino, ni  siquiera ellos vienen a paliar el brutal impacto que sobre todos nuestros escenarios tiene ya grabado el neo liberalismo como huella. Por el contrario, la claridad de las alternativas en curso de desarrollo, parten directamente del relato de los movimientos sociales emergentes. Ellos son hoy con el ejemplo de sus asambleas populares nuestra fuente de inspiración constante y para ellos sean todos los reconocimientos que fuera menester dar en pos de un verdadero cambio en el curso de nuestra breve historia emancipatoria Latinoamericana. 

 

Los verdaderos impulsores del cambio social que esperamos son hoy los ambientalistas, los campesinos y nuestros hermanos los indios los que reunidos en asamblea marcan la tendencia en este terreno de lucha, porque ha sido en su territorio donde más arteramente se encarnó la apropiación, la desigualdad y por consecuencia, la injusticia. Allí se propagó el anticuerpo de la asamblea, de la democracia directa que tanto orgullo nos diera alguna vez  durante el bicentenario de la Patria, al evocar nuestros históricos cabildos revolucionarios con los que viéramos nacer los primeros días de nuestras jóvenes gestas libertadoras.

 

Allí me atrevo a asegurar veremos florecer la generación que esperamos durante tanto tiempo que florezca en nuestro suelo. Porque es en su terreno donde tiene lugar la verdadera crisis de la economía real, la verdadera crisis mundial que desencadenará el cambio social que ahora tan perentoriamente anhelamos. 

 

A que cosa poder llamar un sistema económico

 

A lo largo de toda esta última década monetarista, hemos podido comprobar como el eje del debate migró desde la puja entre las fuerzas del trabajo y el capital, hacia los nuevos límites impuestos por los recursos naturales. Trabajo y Capital por más que tironeen no alcanzan a explicar cual ha de ser el costo de reposición de cada recurso en trayecto de consumo humano. 

 

El verdadero ciclo de la economía real será aquel donde se calcule el costo de reposición de todos los bienes naturales. E invariablemente llamar a ese ciclo "eco-nomía". Hoy comienza a verse limitado el capitalismo monetarista, fundado en un valor simbólico ya completamente abstracto y que por lo tanto compromete las bases mismas de la Economía Política como ciencia. No volverá a haber algo a lo que llamar un sistema mientras persista una potencia autócrata en ejercer la potestad de emitir sin restricciones la moneda de referencia internacional y de donarla como liberalidad a un circuito multiplicador aún más virtual y arbitrario que el que emplea.

 

Sencillamente la escasez como rectora de valor encuentra una incalificable bonanza como criterio toda vez que enfrentemos un escenario donde la moneda se ofrezca como valor infundado. Más aún cuando los recursos que fundan la mismísima matriz energética son de naturaleza no renovable y por lo tanto cada vez más dramáticamente escasos. Y así con muchos otros recursos más a considerar como objeto de revalúo estratégico como el agua potable, el aire puro y el suelo fértil. Todos elementos indispensables a la hora de efectuar el estratégico cálculo de la supervivencia colectiva.

 

Así es como comenzamos este siglo XXI, afrontando un cambio de parámetros de medida cuya infranqueable relevancia pone en tela de juicio el fundamento mismo del programa civilizatorio en curso. Un proceso que podría revertir drásticamente el sentido optimista que trasunta la publicidad, el consumismo, alienta el crédito y motiva la inversión industrial a lo largo de todo el orbe.

 

Pero a que habremos de llamar "sistema económico" en un futuro próximo dadas las presentes circunstancias. A qué propósito consagrar la vocación de tantos corazones ansiosos por tomar parte de un cambio genuino de dirección de marcha al que sí valga la pena consagrar estudio, trabajo y militancia social de la generosa manera en que nuestra juventud lo está haciendo ahora. Que consigna debemos circular entonces por entre tantos canales activos de comunicación alternativa, que sirva a esta nueva corriente emancipatoria con la que todos soñamos. Y he aquí mi mensaje para este 3º Foro para el Cambio Social: ¡Vindiquen al habitante! Indio, campesino, o simplemente vecino. Hagan suya la causa de sus reclamos, convóquenlos a restaurar sus trawnes, cabildos y asambleas. Que sea uno sólo el destino de la gente y de la tierra. Que la flora y la fauna nos enseñen el sendero adaptativo que perdimos.

 

Que la Tierra tome la palabra

 

Recuperemos nuestras sagradas montañas fuentes de todos nuestros torrentes de agua. Defendamos sus bosques desde la primitiva naciente hasta la puerta misma de nuestras casas. Respetemos la flora nativa como fundamento y nuestra fauna, como si fueran ellas parte misma de nuestra vida, porque en definitiva así lo son y lo seguirán siendo siempre. Honremos la semilla genuina y alejemos de nuestras fuentes de alimentos todo rastro de injustificada toxicidad. Mantengamos como meta mundial sostener los valores de biomasa, biodiversidad e interacción en nuestro entorno natural hasta las profundidades mismas de la mar océano y hagamos que nuestras vidas sean así parte de la vida porque ella es la que nos contiene como sustancia conciente dentro del sentido de marcha que deberá guiarnos en adelante, como lo ha venido haciendo hasta ahora, sin que lo percibiéramos concientemente.

 

Que la Tierra tome la palabra.

 

Y llamemos nuestra cultura a la forma en que escuchemos su palabra.         

 

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