Editorial N° 34 del Boletín PERMAHABITANTE

CRISIS SISTÉMICA Y POSTCAPITALISMO


Los falsos mitos de la recuperación argentina


A muchos de los actuales teóricos de la economía abstracta les entusiasma creer que en algún lugar del planeta se guarece una alternativa posible de aplicar a la actual crisis sistémica que envuelve al capitalismo monetarista.


Es razonable suponer que dentro de la casuística económica reciente, existan las claves con las que construir un nuevo modelo alternativo que no erosione ni concentre más los actuales criterios de desarrollo y distribución económica tan venidos a menos a la luz de los sucesos más recientes.


En dicho contexto comienzan a aparecer alusiones a los que serían las bases de proyección de una salida al estilo de las implementadas en la República Argentina.


Sería oportuno entonces resumir un relato de lo que ha sido el pasaje de esta economía por lo que llaman su "crisis"; que a mi modo de ver no ha sido más que un descarado saqueo cuyo único y principal objetivo es promover el sometimiento a la esclavitud de las clases menos pudientes y la apropiación de todos los factores de producción activos como generadores de riqueza real por parte del capital trasnacional concentrado.

Argentina en la economía real


Mi país al momento de ser jaqueado por una economía absolutamente especulativa, era tenedor real de innumerables riquezas concretas entre las que podría mencionar la pradera más extensa y fértil del planeta en el momento de su plenitud productiva, algunos de los ríos menos contaminados y más caudalosos del orbe, numerosas riquezas forestales que incluyen millones de hectáreas ricas en maderas de todas las cualidades y colores, fibras aún inexplotadas, especialidades medicinales que todavía no conocen la industria farmacéutica, y hasta una generosísima captura pesquera marina.


Se podría añadir un largo perfil montañoso que expone minerales de todas las categorías, y la capacidad de proveerse autónomamente de todos los combustibles fósiles necesarios para sustentar su capacidad de generación energética.

Nada que haga suponer a su escasa, pacífica y bien instruida población que algo pudiera privarlos del promisorio futuro de prosperidad con el que todos justificadamente soñábamos para nuestras vidas profesionales y para las futuras generaciones que nos sucedan a lo largo del trascurso de nuestra joven historia.

Qué fue lo que nos pasó


Argentina por suscripción a un sistema mundial de intercambio económico irrestricto y abierto al ingreso de activos y mercaderías producidas en países con mayor potencial industrial, comenzó a postergar su antigua estrategia de sustitución de importaciones característica de su despegue productivo de mediados del siglo XX, e incluso en pleno auge de los años noventa liquidó sus empresas nacionales de servicios públicos a favor del sector privado, casi gratuitamente o en compensación por intereses debidos por empréstitos poco trasparentes, todo lo cual dejó una profunda marca de frustración y desempleo en lo inmediato y resigno además en el mediano plazo toda la capacidad de reinversión que dichas actividades derramaban. Incluso cedió el ahorro jubilatorio a favor de grupos financieros trasnacionales que prometían un acceso popular a la renta especulativa y usuraria sin aclarar bajo que condición de explotación concreta tales beneficios habrían de ser solventados.


Tarde o temprano el desengaño tenía que llegar, dicho libre fluir internacional del capital concentrado jamás había registrado precedentes, ni podía ser visto como propagandizaba el gobierno del Dr. Menem como un factor de estabilidad económica.

Un repentino 19 de diciembre del año 2001, una masa monetaria jamás antes concentrada en tan azarosa aventura partía desde el aeropuerto de Ezeiza con destino a multiplicarse por tres tras el gran feriado bancario de navidad que diera nacimiento al Euro. Dicho regalo de navidad a los especuladores que podían acreditar divisa radicada en una sede comunitaria europea, secó la totalidad de nuestras instituciones bancarias y comenzó una corrida bancaria que duraría todo el trimestre dejando al país entero sumido en una espantosa depresión, sin haber intervenido en dicho cataclismo proceso alguno de la economía real, todos los cuales se encontraban hasta ese instante en perfectas condiciones de actividad productiva y cambiaria.

Qué sucedía entonces


Luego de convencer a la integridad de la población argentina por medio de un periodismo totalmente venal de que la crisis era ocasionada por nuestra falta de conducta fiscal, se abrió el más formidable retroceso a toda mejora laboral arrojando a la población a niveles de pobreza nunca vistos, mientras un tsunami de moneda recién impresa en Europa y derivados financieros revitalizados por la ficticia bonanza se adueñaban completamente de nuestras actividades productivas.


En un breve período de no más de dos años se produjo la restauración conservadora más grande que jamás haya tenido lugar en nuestra región desde la caída de las dictaduras militares.


Hoy el 80 % de la facturación bruta en Argentina está en manos de empresas extranjeras. Unos 20 millones de hectáreas en explotación intensiva, la totalidad de la minería, la pesca de altura, e igualmente participan de toda actividad estratégica con porcentajes de control en rubros clave como los bancos, puertos, medios masivos, etc.


Bajo el imperio de esta situación hoy el 75 % de la población trabaja "en negro", sin la protección de ninguna garantía laboral, ni previsional, siendo el sector más afectado el de los jóvenes que aportan casi la totalidad de esa cifra con niveles remunerativos que rondan la miseria e invalidan a nuestra última generación de acceder al más elemental bienestar, formar un hogar o realizarse profesionalmente.

Qué podemos esperar ahora


Resulta sorprendente que muchos economistas atados a un modelo completamente obsoleto de desarrollo, pretendan revalidar sus fórmulas mágicas del "desarrollo sostenible" o del consabido "derrame", sencillamente pasando en limpio los paquetes de medidas que el recetario ultra conservador aplicó desde Buenos Aires durante la última década.


Tales ilusiones supondrían la abolición del "estado de bienestar" en las actuales potencias centrales, que deberían empujar a su masa poblacional a niveles de vida similares a aquellos con los que actualmente se subsiste en las naciones emergentes del BRIC.


Es perentorio asumir que un período económico de largo plazo está decayendo velozmente y que su senilidad podría tomar por sorpresa a muchos de los predicadores de la "corte económica" de académicos y especialistas cuya voz y voto provenga del respaldo del sector financiero.


La matriz de la recuperación real no proviene de la aparición de más moneda, ni de la presencia de mayores inversores estimulará la salud de actividad productiva alguna. Es sin duda la determinante gravitación de las verdaderas fuentes de riqueza real la que orientará la masiva adhesión de la población mundial hacia un nuevo tipo de economía donde el bienestar sea respaldado por las fuentes de riquezas naturales y la prosperidad provenga de la realidad material con que este querido planeta, modestamente nos pueda llegar a honrar.


Argentina, no tengan dudas, que será ejemplo de este cambio, como ya lo ha sido en el pasado, brindando una nueva oportunidad al vencido, al empobrecido exiliado que sucumbe de hambre y explotación en el resto del orbe. Pero sólo podrá volver a hacerlo cuando antes haya resuelto su deuda con el sector asalariado, con el campesino, con los hermanos originarios; y aprenda a valorar sus grandes tesoros naturales. Entonces sí podríamos merecer el honor de ser vistos como un ejemplo. Quizás sea entonces, cuando hayamos cumplido con el legado emancipatorio pendiente, que podamos proponernos al mundo como el ejemplo de organización popular que soñaron para nosotros nuestros fundadores.


Arturo Avellaneda


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